Conforme pasan los días del mes de mayo de 2005, las esperanzas de cambio y renovación suscitadas y demandadas desde la Rebelión Forajida van siendo progresiva, y cínicamente, por los poderes políticos y económicos tradicionales. El flamante presidente Palacio presenta una destacada, aunque no sorprendente, capacidad para la desmemoria, acompañada de la ya tradicional sordera institucional. Al final, la vieja clase política, los poderes económicos nacionales e internacionales, los de siempre... siguen en el poder. La represión continúa, nada cambia y todo vuelve a su cauce.
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