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El Forajidismo

Nelly Jaramillo

Diario Expreso

Guayaquil, 21 de mayo de 2005

El "forajidismo" ha empezado a ser mal interpretado antojadizamente por algunos que quisieran que no haya cambios estructurales en el país, que las instituciones del Estado permanezcan esclerosadas, que los dirigentes se "sinceren", hagan mea culpa de los pecados cometidos y echen a rodar la especie de que se están dando cambios fundamentales en este sistema nuestro que desde hace mucho tiempo carece de bases en sus cimientos y ahora pretende autodepurarse cambiando algunos rostros por "cooptación" para que los que queden de la vieja guardia y los que reemplacen a los que se fueron se conviertan en el eje de una nueva y al mismo tiempo caduca reestructura con la afinidad necesaria para rearmar el viejo carapacho plagado de los mismos vicios y falencias y para colmo hacernos creer que realmente se está haciendo lo que los "forajidos" exigen.

Ocurre entonces que falsos "forajidos" y sus amigos son elevados a altos cargos de poder. Los vemos en el Ministerio de Gobierno, en la vicepresidencia, en Petroecuador, en el TLC, etc. ¿Pero quiénes son realmente los "forajidos"? ¿Son voces detractoras del establishment porque estuvieron en las calles de Quito o participaron en la Asamblea? ¿Son los que cometieron atrocidades en medio del caos? ¿Son los que ahora declaran descaradamente: ¡Yo también soy "forajido"!?

No se equivoquen ni desvirtúen el movimiento. Creemos que los "forajidos" son primero que nada antisistema. Son en su mayoría jóvenes que están hartos de ver la corrupción rampante y la vieja política de los partidos seniles, los órganos de control del Estado y la administración de justicia puestas al servicio de los mismos de siempre, de los neoliberales por antonomasia, de los farsantes de cualquier credo político que a boca llena proclaman su honestidad y bajo la mesa cometen toda suerte de trafasías, que les importa un higo el abuso, el hambre y la miseria mientras el sistema favorezca sus intereses y conserven sus prebendas. Los "forajidos" rechazan a los que gritan en su afán de convencer con altos decibeles lo que no pueden lograr con las palabras. Están dispuestos a dar un vuelco a un país sin soberanía, sin vergüenza, sin decencia.

Por eso el eslogan es "que se vayan todos", los que no deben estar más.

El "forajidismo" no tiene que ver con la edad, la religión que profesan ni el color de su piel. Su pensamiento es universal, han existido antes y seguirán existiendo en todas partes y en todos los tiempos. Se identifican con la lucha, el autocontrol, la solidaridad. No temen a nada ni a nadie. Sus reacciones son espontáneas y conocen por simple intuición unos, por una especie de sabiduría milenaria otros, la diferencia entre el bien y el mal, lo justo y lo injusto.

Los que actuaron en Quito son herederos de aquellos otros jóvenes que en 1968 en París pusieron a temblar a otro establishment. La consigna de entonces fue en esencia la misma que ahora: "Seamos realistas. Hagamos lo imposible".

Quienes los catalogan en el viejo anarquismo están ciegos. Ser "forajido" es una profunda filosofía de vida.

[fuente]
http://www.diario-expreso.com

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