Logo Llacta!

Claves para Ecuador o cómo evitar el simplismo analítico

Luis Verdesoto

Gobernanza, Revista Internacional para el Desarrollo Humano, #23

10 de mayo de 2005

En 1995 Ecuador sostuvo una corta guerra con Perú, de limitados alcances bélicos pero de inmensas consecuencias en su estabilidad. El país empezó una mudanza de sus identidades constitutivas a través de una profunda crisis multidimensional. La manifestación más evidente es la inestabilidad política hecha crónica. Y la pretensión más inútil es pensar que la crisis pudo ser "detenida" por la Asamblea Constituyente celebrada en 1997, porque esa no era ni podía ser su función. En los momentos actuales la crisis está fuertemente sobredeterminada por la vecindad con Colombia y los roles que se pretende que Ecuador cumpla dentro del esquema de seguridad continental vigente.

En Ecuador se han superpuesto dos ciclos políticos dentro de la democracia, desfase que lucha por resolverse desde una tercera posición. No ha terminado de cerrase el ciclo político bajo la conducción de la derecha, ni se ha abierto aun el ciclo político del populismo. Es un país con falta de hegemonías sociales y políticas que faciliten la transición del desarrollo.

El ritual de reconformar la institucionalidad formal de lo público se ha vuelto una necesidad de los sistemas políticos andinos. Ecuador y Bolivia han tenido 18 Constituyentes en su vida republicana. En Ecuador hoy se plantea "reabrir" la Constituyente cerrada en 1997 para culminar/perfeccionar los acuerdos no conseguidos y reformar a las instituciones disfuncionales. Se pretende nada menos que renovar la clase política a través, por ejemplo, de la reforma del sistema electoral. O, en su defecto, resolver la reforma política inconclusa por la vía de un referéndum, mecanismo que ya tiene 26 años de funcionamiento en el sistema institucional ecuatoriano.

En los últimos años el régimen transitó por tres alianzas: con la izquierda, la derecha y el populismo, y fue sostenido por una sola relación fundante, con los Estados Unidos. Inicialmente el gobierno estuvo conformado por Sociedad Patriótica (partido de militares en servicio pasivo y sus allegados pueblerinos) y Pachakutik (clase media mestiza y movimiento indígena). Pretendió cierta racionalidad inicial (reactivación y productividad, anti-corrupción y lucha contra la pobreza, seguridad externa e interna). Luego se sometió a determinaciones mayores, esto es, al esquema de seguridad subregional de Estados Unidos / Plan Colombia. La relación con Estados Unidos fue superior a la racionalidad de la política interna y liberó al régimen de su mandato electoral.

Las fracciones que cohabitaron al iniciar el régimen fueron un segmento tecnoburocrático asentado en el aparato económico (aliado de las instituciones financieras multilaterales), el partido de gobierno (asociado a la consecución de prebendas) y los "mediadores políticos" de los indígenas (que pretendían cierta modernización política).

En ese momento, el régimen de Gutiérrez creyó haber conseguido el "mejor mundo político de los posibles". Creía haber logrado la institucionalización de los indígenas en el contexto de una negociación con el FMI y bajo el amparo del Departamento de Estado. Después logró en el exterior el sustento que no podría conseguir en el interior ya que los indígenas finalmente fueron aliados incómodos y así logró una permisividad para la gestión política, basada en la inobservancia internacional.

Cuando se rompió la alianza con los indígenas, se evidenciaron sus principales errores. El problema de los indígenas no fue intervenir en la gestión pública. Fue el sustento electoral que prestaron a Gutiérrez. Pachakutik pretendía entrar al escenario de la política y ser aceptado como par. La pretensión modernizadora solamente alcanzó a la representación política pero no al actor social indígena. Esta fractura permitió actuar al aparato clientelar del régimen.

La mayor vulnerabilidad de los indígenas fue la escasa destreza de manejo político. El resultado fue la inauguración de una fase recesiva del movimiento indígena, que diluyó su éxito previo. La CONAIE se constituyó en un actor nacional en la cresta de la ola de la crisis ya que supo combinar la movilización y negociación.

La segunda coalición de gobierno no pasó de una aventura intrascendente con la derecha empresarial de la costa.

La tercera coalición de Gutiérrez, que lo llevó a la derrota, fue un acto de ingeniería sin complejidad pero con audacia. El régimen asoció al edecán (Gutiérrez fue edecán de Bucaram), al populista y al empresario. Esta alianza dio rienda suelta a la transgresión, especialmente en el aparato judicial. La meta fue el control de las Cortes. El acuerdo político no trascendió a los intereses inmediatos de sus partes. Para el gobierno: estabilidad (había habido dos intentos de juicio político al Presidente en el Parlamento); para el PRIAN (partido del empresario Noboa, que perdió frente a Gutiérrez): sostener sus expectativas electorales; para el Roldosismo (partido de Bucarám): el "retorno" del líder, que fue finalmente el socio más aventajado y el detonante final de la debacle.

En los últimos meses, el país volvió a polarizarse en torno al conflicto por las instituciones (Parlamento, Corte Suprema de Justicia, Tribunal Supremo Electoral y Tribunal Constitucional). El régimen defenestrado dio muestras diarias de incoherencia y de manejo arbitrario de la Constitución. Para la opinión pública, pero especialmente para la clase media de Quito, la intervención en la justicia, con una pretendida impunidad, sólo trataba de facilitar el retorno de Bucarám y anular los juicios por peculado que el país le había seguido.

La dinámica de la caída de Gutiérrez está marcada por la ineficiente conducción política y por el rol que asumen las Fuerzas Armadas. Esta institución, la segunda en credibilidad en el país durante la democracia, ha pugnado por mantener una línea nacional en materia de seguridad, evitar las seducciones de gestión pública y sostener su rol de tutela de "calidad" del sistema político. Una vez que permitió, evitando involucrarse en la represión, la caída de Gutiérrez, deberá reafirmar su acatamiento al poder civil, rol constitucional que ha sabido respetar.

[fuente]
http://www.iigov.org/gbz/article.drt?edi=43756&art=43757

Valid XHTML 1.0! Valid CSS!

:: http://www.llacta.org ::