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Misma comedia, diferentes actores

Felipe Soriano

Taller de Investigación y Análisis Social, Boletín #23

Quito, 2 de mayo de 2005

Igual que ocurrió luego de las caídas de Bucaram y Mahuad, nuevamente la clase política y las elites económicas le vuelven a tomar el pelo al pueblo ecuatoriano. Ninguna de las aspiraciones expresadas en las calles por la ciudadanía han hallado respuesta, y tal parece no la hallarán, y como siempre, ésta deberá asumir el rol de espectadora del reacomodo de fuerzas y del repetitivo ejercicio de reparto de la administración del estado, al que por décadas nos han acostumbrado.

El mismo Alfredo Palacio, tan pronto asumió la presidencia de la república se apresuró a enviar un mensaje tranquilizador (digamos más bien de sumisión) a los EE.UU. y sus aliados criollos, asegurándoles que la colonia se allanaría al inconstitucional acuerdo sobre la base de manta y que continuarían la negociaciones sobre el TLC. Acerca del plan colombia su silencio es elocuente. Y ¿qué decir de un mínimo plan de desarrollo social que hasta ahora no existe, y que en su condición de vicepresidente dijo tener?

Lo mismo sucede con las otras demandas de los forajidos. El ¡Qué se vayan Todos! fue interpretado por los políticos como que se vayan todos aquellos que no estén alineados con la nueva mayoría y para tranquilizar al pueblo nos entregan las cabezas de unos cuantos guacharnacos, creando una falsa imagen de depuración, separando a los "malos" de los "buenos", con lo que vuelve a funcionar en el congreso la ya conocida "aplanadora" al servicio del PSC y la ID, todo esto, en perfecta armonía y acuerdo con quienes controlan el país.

Se olvidan que la responsabilidad de la crisis recae en toda la clase política, pero especialmente en quienes han gobernado el país dejándolo en soletas. ¿acaso ya nos olvidamos lo que significaron para los ecuatorianos los gobiernos socialcristiano y socialdemócrata?

Hoy, las elites económicas y los mismos políticos mañosos, en su intento por legitimar el reparto del país, sus organismos e instituciones, utilizan recursos de toda índole, que van desde clamorosos llamados a la ciudadanía a cerrar filas contra quienes violaron la constitución con afanes dictatoriales, hasta la participación-utilización de reformistas ligths de amplia cobertura por parte de los medios, en la estructuración de los mandos burocráticos, los que se han atribuido la representación de la ciudadanía actuando abiertamente a nombre de ella. Aquí cabe preguntarse ¿cuándo los quiteños y menos el resto del país designamos como nuestros portavoces o delegados a Mauricio Gándara, Alejandra Cantos, Vinicio Baquero, Norman Wray, César Montúfar y María Paula Romo, entre otros? Algunos de ellos, hasta ahora ni siquiera han podido explicar su relación con la USAID y los llamados organismos de cooperación internacional. Los verdaderos representantes de la ciudadanía deben salir del consenso de la asambleas populares, de todo el país. De eso se trata, que aún a este nivel, el pueblo designe sus legítimos representantes.

¡Qué se vayan Todos! Esta frase repetida insistentemente por los forajidos quiteños, sintetizaba el sentimiento de ira reprimida por los ecuatorianos, hastiados de un sistema que para la gran mayoría de la población ha significado necesidades insatisfechas y exclusión entre otras lacras. Asimismo, dicha frase expresaba el rechazo a la clase política corrupta y mediocre que ha gobernado el país, y lo más importante, expresaba el anhelo de que esta vez se iniciara la refundación del país sobre nuevas bases.

El ¡Qué se vayan Todos! no se reduce a un cambio de nombres, es el clamor del pueblo por cambios estructurales. Significa su rechazo al sistema de representación parlamentaria y modelo presidencialista de gobierno, deformados constitucional y legalmente para propiciar el clientelismo y el saqueo de los recursos públicos, todo lo cual evidencia la crisis de esta falsa democracia, deslegitimada, opresora, que no representa sino los intereses de las elites. Intereses en última instancia vinculados al poder económico local y a empresas transnacionales, involucradas en sectores como los hidrocarburos y telecomunicaciones, en donde se festinan cada año cientos de millones de dólares.

El grito ¡Qué se vayan Todos! que se escuchó insistentemente y con fuerza durante la jornada de abril, hoy es un eco que los políticos, gobierno y muchos "representantes de la ciudadanía" se empeñan en apagar. Que esto no ocurra depende únicamente del pueblo, de su organización y acción permanente. Para eso las asambleas, las veedurías y los observatorios que estamos en la obligación de impulsar, para en el futuro no seguir siendo espectadores de la misma comedia, con diferentes actores.

[fuente]
felipesoriano_ec@hotmail.com

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