Los días 15 al 20 de agosto de 2005, las provincias amazónicas de Orellana y Sucumbíos se alzaron en resistencia contra el gobierno, reclamando la atención para los innumerables problemas de la región.
Durante varios días, la extensión del paro, que bloqueó la producción petrolera, fue contestada con una violenta represión policial y militar que no amilanó a los pobladores amazónicos.
Finalmente, el gobierno hubo de detener el despliegue represivo, ante las crecientes protestas y la extensión de la solidaridad con los parados en el resto del Ecuador. Se abrió entonces un proceso de negociación sobre diversos temas, situando en el debate central la recuperación del control de los recursos petroleros por parte del Estado y la expulsión de las transnacionales petroleras que saquean la Amazonía.
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