Ecuador Llactacaru




Visado de Entrada. Veto a la esperanza



En la última cumbre de jefes de estado europeos del año 2002 se aprobará, con toda seguridad, la obligatoriedad del visado de entrada al territorio europeo para los ciudadanos ecuatorianos a partir de Enero de 2003. Esta medida, largamente anunciada e impulsada directamente por el gobierno español, incorporará al Ecuador a la ya larga lista de países cuyos nacionales llevan en sus pasaportes "marcado" el signo de "indeseables". Colombia, Marruecos, Perú... ahora Ecuador y otros muchos más, antes y después, en un lento goteo de barreras fronterizas limitantes del derecho a la libre circulación de las personas.

El visado o visa de entrada, sin embargo, constituye además una barrera selectiva y sectaria en términos sociales, puesto que la concesión del mismo se vincula directamente al poder económico del solicitante: los que no puedan demostrar suficiente solvencia, los pobres, serán directamente excluídos y su entrada vetada expeditivamente en el país de origen. Habrá razones humanitarias para conceder el visado, sí, pero en la mayoría de los casos estarán circunscritas a la concesión de estatuto de refugiado, los cuales durante los últimos años restrigen cínica y escandalosamente las “democracias” europeas.

Junto a la “selección” económica del visitante que desea ingresar en Europa, aparecen otras “distorsiones colaterales” en la concesión del visado de entrada: especialmente el veto marcadamente de carácter político ante determinados visitantes “incómodos”;. como hemos podido comprobar recientemente en la Casa de la Solidaritat, cuando el profesor cubano Darío Machado tuvo que cancelar su viaje, pese a ser invitado por una universidad catalana, al serle denegado el visado de entrada. Todo invita a suponer que muchas personas o colectivos ecuatorianos verán igualmente “vetada” su entrada en Europa.

El visado de entrada, en manos de las naciones desarrolladas, en última instancia es un arma diplomática al servicio de los intereses gubernamentales. Un premio o castigo que se concede o impone a los países según la conveniencia circunstancial. En contraparte, los afectados poco pueden hacer al respecto: imponer recíprocamente visado a los europeos supone perder ingresos turísticos e inversiones. Una asimetría de poder más en las relaciones internacionales.


Editorial del nº 5 del Boletín Huellas

Diciembre de 2002



Ecuador Llactacaru

Asociación de Inmigrantes Ecuatorianos en Catalunya
para la Solidaridad y la Cooperación





 
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