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Mandato de Yantzaza para la Asamblea Nacional Constituyente

Red de Defensa de la Naturaleza, la Dignidad y la Vida

Yantzaza (Amazonía ecuatoriana), 26 de mayo de 2007

Representantes de comunidades y organizaciones sociales de Zamora Chinchipe convocadas por la Red de Defensa de la Naturaleza, la Dignidad y la Vida, reunidos el 25 y 26 de mayo del 2007, desde el Valle de las Luciérnagas, Yantzaza, analizamos la situación social, económica, cultural y ambiental de Zamora y en base a ella planteamos nuestro mandato para la Asamblea Nacional Constituyente

En nuestra provincia nacen las aguas y cascadas en el corazón de la selva Amazónica. Es una zona rica y diversa en flora y fauna única en el mundo, que vive en frondosos bosques que han logrado todavía sobrevivir a los embates de la lógica depredadora que impera en nuestro país desde épocas de la conquista. Zamora Chinchipe es cuna de pueblos originarios y ha acogido generosamente a miles de familias lojanas y de otras provincias desplazadas por la deforestación y su consecuente sequía y otras situaciones críticas. Juntos hemos desarrollado una cultura agrícola en las cuencas fértiles de los ríos que nos permite gozar de autosuficiencia alimentaria y proveer de alimentos sanos a otras zonas del país.

En nuestro suelo también se encuentran grandes yacimientos de minerales que han despertado la codicia de empresas nacionales y transnacionales, las mismas que se encuentran explorando en base a concesiones hechas por el Estado a espaldas de la población y superpuestas en casi la totalidad de nuestras tierras y territorios. En el caso de Yantzaza estas concesiones cubren todo el cantón. Ninguna de estas concesiones fue realizada en base a respetar nuestros derechos a la consulta y al consentimiento informado previo, sin dejarnos posibilidad para vetar dichos proyectos que agravarán la contaminación del agua y del suelo. Para que haya agricultura no puede haber minería.

Frente a esta situación venimos ejerciendo nuestro legítimo derecho a la defensa de nuestra vida, tierra y cultivos. Sin embargo, las empresas mineras, apoyadas por la fuerza pública o por sus propios cuerpos de seguridad, y por un enjambre de los llamados relacionadores comunitarios, acosan y amedrentan a nuestros dirigentes y comunidades, creando un estado permanente de inseguridad y violencia.

Rechazamos la humillación y la discriminación a nuestras culturas y pueblos por parte de los inversionistas extranjeros en nuestro país y fuera de él, como vemos lo que está sucediendo en EEUU donde se busca dificultar la vida de los migrantes. Queremos que el estado establezca políticas que nos ayude a enraizarnos y quedarnos en nuestros pueblos, viviendo en un país al que soñamos ecológico, agrícola y no minero.

Para ello presentamos las siguientes propuestas para que sean recogidas por la nueva Constitución:

Nos comprometemos a seguir defendiendo nuestra vida y naturaleza, con un proceso permanente de análisis y reflexión de nuestras prácticas para garantizar la restauración y recuperación de los ecosistemas que han sido degradados, participando así en la construcción de una nueva Patria, que respeta la diversidad natural y cultural, que apoya la agricultura familiar y comunitaria y que cuida la vida en todas sus manifestaciones.

Firman esta Declaración:

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