Quito, 28 de septiembre de 2006
Hoy será mi primera vez, mi primera vez, primera vez que haré lo que la sociedad espera. Nadie me aplaudirá, lo haré sola, sola conmigo misma. Hoy será la primera elección, mi voto será contabilizado. Hoy ejerceré mi derecho elegir. Es emocionante. si voto por un candidato "X", en el conteo final aparecerá mi voto, uno más por ese candidato "X".
Me imagino como un relato de fútbol: Lizi se acerca, serena y decidida a la mesa electoral. Sus credenciales son aprobadas. Le entregan las papeletas. Lizi toma las papeletas en su mano y se dirige muy elgante al biombito donde estampará su voto. Qué cosa, es la primera vez pero ya parece muy experimentada. En la mano derecha lleva un bolígráfico azul, de fabricación nacional. Lizi aplica la táctica de ubicatex: examina las papeletas, las mira y se apresta a rayaaaaar, se alista, apunta. yyyyy... ¿Por quién votaré, ah?
A quién le daré mi voto? Dicen que mi voto es importante, que cuenta y que no hay que desperdiciarlo. Cuenta? Uno más, uno menos. Está bien, tengo que reconocer que votar es mi derecho. Sí, sííí.. Soy finalmente ciudadana con derecho. Uno más, uno menos. Seguro que mi voto no hace la diferencia aritmética. No, porque un voto es uno entre miles de miles. Lo que cuenta es la masa de votos. ¿Qué es un voto? No me nace votar.
Claro, uno, más uno, más uno, más uuuuuuno. son cientos y son miles. Entonces, uno más, uno menos no importa.Mi voto se perderá en el inmenso océano de votos y mi voto solo vale porque hay otros miles y miles de votos. La pura verdad aritmética es que lo que cuenta es la masa de votantes y votos. ¡No quiero votar!. No me convence en este sistema que me vende candidatas y candidatos como detergente. como papel higiénico, como cigarrillos o licores.
Qué pedazo de farsa, no? Ninguno de los candidatos me convence, porque ninguno dice cómo me tomará en cuenta. dicen que asamblea constituyente, que consulta, que congreso honesto. No les creo, simplemente, no les creo y no quiero votar. pero ¡me obligan!
Nadie dice cómo participaré cuando ellos se sienten en el gobierno, cómo me escucharán y si me harán caso cuando estén con la banda presidencial. No quiero botar, con B grande, mi voto. Quisiera votar convencida de que mi voto si cuenta y hace la diferencia. Hoy no, hoy es parte de una masa que tiene que escoger -a la fuerza- entre el menos malo de los candidatos. democracia a la fuerza, voto obligatorio. ¿Dónde está la libertad?
No creo que las elecciones solucionen mi derecho a educación, al empleo, a la felicidad. Lo que cuenta es mi esfuerzo y, bueno, el de mis viejos. La verdad es que no me nace votar pero me obligan. ¿Qué es este sistema que obliga a votar? ¿Qué es esta democracia?
Bueno, votar es un derecho, pero todos los derechos se basan en la libertad de las personas, no? Votar debería ser un derecho de libre ejercicio, pero me obligan, me llevan a empujones a la mesa electoral, a punta de bayoneta. Si no voto, no me dan la papeleta. Chantaje. ¿Por qué es obligatorio el voto en esta triste farsa que no me convence?
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