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Nuestra posición frente a la nueva propuesta de consulta del presidente Palacio sobre la Asamblea Constituyente o Constitucional

Asamblea de Mujeres de Quito

Quito, 2 de noviembre de 2005

El Presidente Palacio ha optado por conciliar con el Congreso, introduciendo en su propuesta de preguntas para la consulta popular, las opciones de Asamblea Constitucional o Constituyente, pretendiendo de esta manera que el Parlamento "califique" su llamado a consulta y destrabe jurídicamente este proceso. No obstante, por las reacciones de algunos "honorables" que señalan que no se trata de un texto específico de reforma constitucional, se avecina seguramente otro entrampamiento, en el que el único perjudicado es el país, puesto que llevamos meses en un intento fallido de reforma política, mientras otros temas de fondo, o están detenidos o avanzan hacia su resolución, sin que la sociedad les preste la atención debida.

Vivimos la ficción de un "estado de derecho" al que los grupos políticos tradicionales le han hecho trizas y son éstos los que continúan destruyéndolo, aunque hipócritamente digan que defienden el "orden constitucional", que lo han vulnerado innumerables veces de acuerdo a sus intereses.

Las nuevas reglas que constan en la reciente propuesta del Presidente Palacio para la posible elección de asambleístas, si bien rectifican algunos aspectos del anterior estatuto electoral, que merecieron la crítica de los grupos sociales no partidistas, como el requisito de recoger firmas de apoyo en sólo un porcentaje del 0.5% y exigirlo a todos/as los/as postulantes, independientemente de que se trate de militantes de partidos o de grupos ciudadanos, sin embargo, introduce o mantiene elementos que significan una base desigual de participación en perjuicio de las mujeres y de los ciudadanos con menores recursos.

Al introducir el sistema de elección unipersonal, sin diferenciarlo del sistema de inscripción de candidaturas, -que debe posibilitar tanto la inscripción de una persona como individuo pero también la de varias aglutinadas en listas y promovidas por partidos o grupos ciudadanos que comparten similares posiciones- impide la aplicación de la cuota electoral para mujeres, que ha sido el único mecanismo que ha posibilitado un acceso más equitativo de las mujeres a la participación política. Si bien la elección unipersonal debilita la hegemonía de los partidos acostumbrados a convocar a los/as electores/as a votar en plancha, independientemente de la calidad e idoneidad de las personas que la conforman, al no diferenciar el sistema de inscripción del de elección, provoca también la dificultad de reconocer a los y las candidatas por su ideología o pertenencia colectiva, volviendo más complicada para el elector/a común la consignación de su voto.

La propuesta presidencial no establece la obligatoriedad de franjas publicitarias igualitarias en los medios de comunicación colectiva, para todos los candidatos y candidatas, financiadas con recursos del Estado, y deja la reglamentación de este crítico aspecto en manos del Tribunal Supremo Electoral dominado por los partidos políticos, con lo que se volverá sumamente desigual la competencia de ciudadanos y ciudadanas menos conocidos/as públicamente y con menos recursos que las empresas electorales de los grandes partidos políticos, que continúan gozando del financiamiento estatal en exclusividad. Este hecho, sumado a la eliminación del cupo de representación de los partidos políticos y de los grupos ciudadanos, que estableció el Presidente en su propuesta anterior, facilitará la elección mayoritaria de los políticos de siempre, que cuentan con mejores condiciones para su participación.

Por otra parte, al limitar las atribuciones de la Asamblea Constituyente "al respeto de los derechos humanos y convenios internacionales" impide desde ya, que esa Asamblea conozca y resuelva sobre temas como el Convenio de la Base de Manta o el TLC, coartando gravemente la capacidad de los y las asambleístas para decidir sobre aspectos centrales de la soberanía del país. Por otra parte, al estipular que "las resoluciones de la Asamblea Nacional entrarán en vigencia a partir de enero del 2007" vuelve inviable cualquier cambio que pudiera introducir o cualquier decisión que pudiera tomar en todo el año 2006, con lo que se garantiza que las cosas queden como están -que están muy mal- durante todo un año, en perjuicio del país y en beneficio de los grupos económicos y políticos que usufructúan del desastre nacional, especialmente desde el Congreso Nacional que ha llegado al total desprestigio institucional.

En esas condiciones, la Asamblea de Mujeres de Quito, que desde su conformación en abril 2005, ha venido respondiendo e involucrándose con seriedad en los procesos tendientes a la reforma política, democratización y equidad , no puede sino rechazar las maniobras políticas del Ejecutivo y del Congreso, empeñados en trabar mediante argucias de distinto tipo, la convocatoria a una Asamblea Constituyente realmente soberana, con participación democrática e igualitaria de las y los ecuatorianos, que conduzca los cambios de fondo que anhelamos para nuestro Ecuador.

Reafirmamos en cambio nuestra esperanza en gestar un poder constituyente desde abajo, mediante la ampliación de la discusión social sobre los cambios que queremos para el país en el plano económico, social, político, electoral, institucional y de política exterior, proceso que permita lograr consensos y articulaciones que nos constituyan en una fuerza social y política capaz de revertir la desesperante ineptitud, arrogancia y desgobierno de los sectores políticos y económicos que han alternado en el poder en nuestra historia republicana y, sobre todo, en la reciente.

Llamamos a los ecuatorianos y ecuatorianas que compartan propuestas de reforma orientadas a lograr un sistema económico justo y equitativo, un sistema político responsable e independiente del manoseo de partidos y grupos de poder y con fortalecidos espacios de democracia participativa y plena equidad entre hombres y mujeres, un sistema de justicia moderno y ajeno a presiones de cualquier índole, y que sueñen, como nosotras, en un país rico, soberano e inserto en el mundo desde la integración latinoamericana, a unirnos y fortalecer las coincidencias para fraguar esa fuerza social constituyente de un nuevo Ecuador.

Por la Asamblea de Mujeres de Quito en permanente veeduría ciudadana:

Berta Arias, Liliana Durán, Solanda Goyes, Blanca Llumiquinga, Patricia Palacios, Eulalia Reyes, María Pilar Troya, Silvia Vega

Comisión de voceras

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