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De paladines de la libertad de prensa a guerreros del sistema

Alberto Maldonado

Quito, 16 de junio de 2007

Hoy el periódico tiene que ver con la verdad como la prostitución con el amor.
Gaby Weber.

Caso 1

El joven Presidente Rafael Correa , desde el principio de su mandato (enero 15/2007) comenzó a observar que los medios de difusión tergiversaban, manipulaban, aumentaban u omitían, informaciones y opiniones. Creyó oportuno criticar a los críticos y denunciarles como mediocres, mentirosos, faltos de ética y moral.

Fue suficiente: los medios se dieron por notificados (a pesar de que no puntualizaba a ninguno) y comenzaron a advertir que el Presidente se proyectaba como enemigo de la libertad de prensa, que para ellos es igual a libertad de expresión de la cual se auto proclaman sus únicos e imprescriptibles poseedores.

La pregunta que nunca contestaron: ¿por qué cualquier ciudadano(na), no digamos el Presidente de la República, no tiene derecho a rechazar, a protestar, a criticar, a exigir rectificaciones si el medio ha difundido –vía información u opinión– contenidos que no solo le afectan sino que le acusan de verdades a medias (mentiras incompletas) y hasta de infundios agresivos o mal intencionados?

Caso 2

El vespertino La Hora, editorialmente, acusa al Presidente Correa de vandalismo oficial En un titular de prensa, sostiene que Correa asaltó la Junta Bancaria. El Presidente –como cualquier ciudadano(na)– se siente agraviado y decide, a través de su abogado, plantear juicio penal contra el director del periódico (que de paso y públicamente se ratifica en sus dichos) acogiéndose a una disposición constante desde hace mucho tiempo en el Código Penal ecuatoriano. Correa no amenaza al autor o autores de semejantes agravios, ni dispone su apresamiento (que pudo hacerlo, aunque preventivamente) ni el cierre del diario o cualquier otra medida cautelar. Confía en que el fiscal y el juez de lo penal resuelvan el caso, de acuerdo a derecho.

Al siguiente día, 12 medios impresos (entre ellos, el propio acusado) publican un manifiesto titulado Al País" denunciando el caso como una agresión a la libertad de prensa que dicen representar, solidarizándose con la supuesta víctima y advirtiendo (ellos) que esa acusación podría conducir a una autocensura de los medios. Desde luego, los restantes medios masivos de difusión (especialmente los canales televisivos) se adhieren sin más al periódico amenazado y declaran que en el Ecuador, el Presidente Correa está atentando contra la libertad de expresión.

La pregunta que no contestan: ¿por qué es un agravio contra la libertad de expresión que el Presidente de la República recurra a una clarísima disposición del Código Penal y pida el enjuiciamiento penal del insultador por el uso de términos que, de acuerdo al diccionario de la Real Academia de la Lengua, son injurias?

Caso 3

El Presidente, desde que se posesionó de su cargo, mantiene los sábados una cadena radial, a fin de informar al país de sus actividades y logros, de sus puntos de vista sobre la temática de la semana. Para el sábado siguiente al anuncio del enjuiciamiento penal referido en el caso 2, invita a un diálogo en la casa presidencial a periodistas de distintos medios, con el afán de conversar y hasta debatir sobre este y otros temas. Pero un malcriado, que actuaba como editor de opinión de uno de los diarios de mayor circulación, desde el comienzo, le dio por impertinencias ante el propio Presidente, a quien pretendió hacerle callar mientras le acosaba a preguntas, algunas francamente hirientes. El episodio terminó con la orden de Correa de que saquen a ese individuo de la sala donde se realizaba el diálogo. Y eso fue todo. Mucha gente, que había escuchado el incidente, no solo que justificaba que el Presidente haya ordenado que el malcriado saliera de la Presidencia sino que decía que esa medida debió tomarla antes y que debió por lo menos mandarle unas cuantas noches detenido.

Al siguiente día, diarios, canales de televisión, no pocas radios, volvieron a la carga y protestaron por el atropello... del Presidente, por haber dispuesto que saliera el patán disfrazado de periodista. Desde luego, ratificaron que Correa era un peligro para la sagrada libertad de prensa y se solidarizaron con el periódico y su culto editor de opinión.

Caso 4

El Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en uso de sus atribuciones, decide no renovar a la empresa Radio Caracas Televisión (RCTV) la frecuencia que ha sido usada y usufructuada por este canal, durante 53 años. La decisión no implica una incautación de equipos y locales, ni la disolución de la empresa, ni la prohibición de que continúe saliendo, vía Internet, TV cable o cualquier otro medio de esta naturaleza. La decisión es absolutamente legítima, legal; y así lo reconocen políticos, periodistas y comentaristas, dentro y fuera de Venezuela.

Pero el caso RCTV fue tomado por prensa, radio y televisión, en el Ecuador, como si hubiese sido propio. Los canales de televisión (igual que a nivel internacional) le dedicaron espacios triple AAA, en sus informativos, para protestar, denunciar el cierre de este canal por el autócrata [otros hablaron del dictador] Chávez. ECUAVISA (Canal 8-Quito; Canal 2-Guayaquil) convirtió casi en un culebrón el suceso mediante entrevistas a sus principales (de manera espacial a un periodista de apellido Rodríguez o al propio presidente-director-propietario Marcel Granier). Dos días antes de la fecha clave (1 de junio, a partir de las 00:00 horas) envió a uno de sus cronistas estrella, a fin de que reporte desde el lugar de los hechos el cierre de este canal. Se transmitieron (una y otra vez) imágenes dramáticas de los pobrecitos y pobrecitas periodistas que iban a quedar en la desocupación; y manifestaciones contra este acto arbitrario de Hugo Chávez. No pocas veces pasaron imágenes de multitudinarias manifestaciones de respaldo al canal clausurado y varios días pasaron y repasaron tomas de universitarios de la (Universidad) Central de Caracas que manifestaban su descontento por esta arbitrariedad.

Se comprende que los canales de televisión hayan tomado el caso como muy significativo por tratarse de un asunto sensible en el Ecuador y en toda América Latina (excepto Cuba, desde luego) Pero, por lo menos debieron ser consecuentes con las propias normas éticas que dicen profesar, en lo informativo. La única versión que difundieron fue la de los directivos de RCTV. Ni siquiera por disimular, entrevistaron a alguien del gobierno venezolano (el Ministro de Información, que ofreció antes, durante y después, persistentes declaraciones) o se refirieron a la versión oficial. Ignoraron por completo las manifestaciones de respaldo a la decisión gubernamental, que también se produjeron. Ni de chiste recordaron que este canal fue promotor (junto a Globovisión, Venevisión y otros medios, a los que sí les renovaron la licencia) del ensayo de golpe de estado de abril del 2002, ese sí contra un presidente legítimamente elegido en las urnas; y que, cuando el pueblo salió a las calles y restituyó a Chávez en la casa de Gobierno, este canal ignoró completamente el suceso y pasó durante dos días, dibujos animados y enlatados. Que tampoco el Gobierno Chávez hizo nada en contra de RCTV, a pesar de que siguió en una posición absolutamente contraria al Gobierno Chávez y se prestó nuevamente para patrocinar el criminal paro petrolero que en el 2004 afectó gravemente la economía venezolana. Y hasta el 31 de mayo del 2007, junto a Globovisión, mantuvo una actitud ultrista contra la revolución bolivariana y su gobierno. Yo pregunto, acaso cualquier gobierno democráticamente elegido, frente a una agresión tan bestial y persistente ¿no hubiese por lo menos enjuiciado a los directivos y principales de este canal? Pero el autoritario Chávez resistió las ganas que habrá tenido por cerrar este canal golpista (y otros, especialmente los del magnate Gustavo Cisneros, que también) y se contentó con esperar que venciera el contrato de concesión de la frecuencia para no renovarla.

Las orejas del lobo

No hay que ser un politicólogo, ni siquiera un analista de la difusión de masas, para advertir, en primer lugar, que en el Ecuador, la gran prensa está desatando un complot en contra del gobierno de Rafael Correa. Las críticas de este contra la prensa mediocre y corrompida, su decisión de enjuiciar a los insultadores de La Hora y otras actitudes muy francas y directas, han configurado para los mass media ecuatorianos, la imagen de un mandatario con tendencia al autoritarismo (al estilo Chávez, desde luego) y a la violación de la para ellos sagrada libertad de prensa, que según la declaración de Chapultepec (1994) de la SIP, debe ser absoluta e intangible.

Para ello, necesitaban crear o provocar situaciones que pudieran "concretar" esta tendencia:

A una insinuación del Gobierno para que el diario La Hora se disculpe por los términos agraviantes utilizados, el director de este vespertino, no solo que no lo hizo sino que se ratificó en sus dichos, en rueda de prensa a la que concurrieron solícitos informadores de casi todos los medios de difusión.

El malcriado que, a título de editor de opinión de uno de los principales diarios del país concurrió al diálogo en la casa presidencial, actuó como tal, premeditadamente. Fue un provocador que quiso sacar de casillas al Presidente Correa a ver si era detenido y ojalá que agredido.

La acción solidaria con los golpistas de la TV Venezolana, de los canales de televisión en el Ecuador, tenía doble propósito: curarse en salud respecto de la remota posibilidad de que la sociedad civil demande una investigación de cómo y a quiénes se han otorgado frecuencias en radio y televisión y la de evitar que vayan a cuestionarles respecto de la televisión basura (yo diría que más que basura, estiércol) que caracteriza la programación diaria, a toda hora, de los canales abiertos.

Por supuesto, esta actitud, sin lugar a dudas concertada y programada, responde además a redes internacionales montadas desde el imperio: la SIP para medios impresos; y las enormes transnacionales que manejan desde USA el prolífico al mismo tiempo que narcotizante negocio de la televisión.

Para la SIP, por ejemplo, es mucho más importante montar todo un show por la no renovación de la licencia al canal golpista venezolano que los crímenes de periodistas en Colombia o Méjico o la liberación en Estados Unidos de un terrorista infame y descomunal, como Luis Posada Carriles. Para los medios locales, la presencia en Quito de John Perkins, autor de un libro que se titula Confesiones de un Terrorista Económico pasó casi desapercibida a pesar de que este agente arrepentido del Fondo Monetario y el Banco Mundial confiesa que estuvo en Ecuador, en los años 80, promoviendo préstamos para inversiones por cientos de millones de dólares, ya que Ecuador era un cliente apetecido por los inversionistas gringos, por el petróleo. Era mucho más interesante y dramático el caso del cierre (que nunca se dio) de RCTV que una denuncia semejante.

La infame historia de la SIP y sus orientaciones a nivel continental no son ni nuevas ni escasas. Solo baste mencionar que El Mercurio de Santiago, que durante 17 años fue vocero cuasi oficial de la dictadura Pinochetista y sus crímenes y persecuciones; o que los diarios Clarín y La Nación, de Buenos Aires, que justificaron y apoyaron, junto con el cardenal primado de esa capital, la genocida y cruel dictadura militar, son los principales exponentes de medios impresos de la comunicación social que defienden a capa y espada la sagrada libertad de prensa.

En definitiva, en este tinglado, se ve a las claras que los grandes medios de difusión en el Ecuador han salido a dar la cara por los sectores reales de poder político y económico a los que se pertenecen, en vista de que sus partidos y líderes han colapsado, en las últimas contiendas electorales, y han dado paso a un agresivo Correa que no solo les está enfrentando y descuerándoles, sino que está llevando a la práctica su campaña electoral: comenzar una transformación a fondo del Estado ecuatoriano, a favor de los más pobres, que en este país, son la gran mayoría.

No hay mal que por bien no venga

Históricamente, las crisis, las tragedias, el terrorismo de Estado, los grandes engaños, generan a la corta o a la larga una reacción que impulsa a nuevas generaciones hacia etapas de vida mucho más aceptables, mucho más concretas. Cierto es que a veces, la sociedad de a pie, debe pagar precios muy altos, como en Chile y Argentina; como lo está pagando desde hace 50 años, Colombia y su política para-narco-militar-terrorista. Por algo, nuestros mayores aseguraban que no hay mal que por bien no venga.

El Ecuador, con gran suerte, ha escapado a la tragedia que han vivido otros países latinoamericanos. La pobreza, la miseria, la desocupación (tiene la más alta cuota de migrantes en el mundo) la insalubridad, el analfabetismo, los salarios de miseria, el abandono, la terrible situación de miseria de sus campesinos, especialmente indígenas, ha determinado que no haya necesidad de genocidas y espacios de genocidio, en los últimos tiempos. Apenas si el gobierno constitucional y retrógrado de León Febres Cordero (1984-1988) ensayó una suerte de represión criminal contra grupos revolucionarios (¡Alfaro Vive, Carajo!) La propia gran prensa guardaba, hasta hace poco, algún decoro en sus informaciones, para aparecer democrática e independiente, como gusta definirse.

Pero los últimos episodios políticos y económicos han servido para que, por entre la piel de oveja, comiencen a brotar las orejas del lobo. Abiertamente, unos medios; tratando de guardar las apariencias a pesar del abultado estado de gravidez, otros; pero han salido a defender cualquier intento de que el Ecuador con Correa y su gobierno vayan siquiera a intentar cambios que no solo les perjudique sino que signifique pérdidas importantes para el sector.

Y a paso acelerado, esos medios de difusión, han comenzado a perder, como en cañería rota, la credibilidad que decían tener y de la estaban muy orgullosos. La elección de Correa (noviembre 28/2007) ya fue un primer síntoma, ya que los grandes medios apoyaron decididamente al multimillonario bananero Álvaro Noboa. El contundente 83% a favor del , en la consulta popular de abril 15/2007, contra un escuálido 11% a favor del No, fue una bofetada contra los grandes medios de difusión, ya que estos tomaron partido abiertamente en contra de la convocatoria a Asamblea Constituyente.

Hoy en día, a través de contadas estaciones de radio (La Luna de Quito, especialmente) se escuchan a ciudadanos y ciudadanas, que libre y voluntariamente participan de una tribuna abierta, recomendar a sus compatriotas que cambien de canal o dejen de comprar los productos que publicitan tales y cuales canales de televisión o estaciones de radio vendidas. Y en los ambientes ciudadanos (universidades, oficinas públicas y privadas, tertulias familiares, mercados) el cuestionamiento a los sinvergüenzas de los medios es comidilla de todos los días. Poco a poco, la gente del estado llano, va dándose cuenta que en realidad estos medios representan los intereses, muchas veces bastardos, de los verdaderos dueños del poder, de esos que obedecen y son voceros de los peores intereses del imperio.

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