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El asistencialismo petrolero

Jaime Plaza

Diario El Comercio, edición digital

Quito, 28 de mayo de 2007

Los Wao se aferran a la asistencia petrolera en Yasuní, hay abandono estatal

El asistencialismo petrolero ha creado una dependencia casi total. La gente se acostumbró a vivir así.

Vestía pantaloneta negra alargada y tenía su dorso desnudo. Nambae, uno de los jefes guerreros Waorani, se plantó en media vía con una actitud imponente.

Eso obligó al conductor a detener la marcha del vehículo que transportaba, por el kilómetro 32 de la vía Maxus, a un grupo de visitantes de la Estación de Biodiversidad Tiputini.

Nambae balbuceó: dame cola, pan. Tengo hambre. Pero casi enseguida cambió su exigencia: Paga 1.300 dólares. Tras 15 minutos de negociación y un acuerdo esbozado sobre una simple hoja de cuaderno, permitió el paso.

Diego Mosquera, administración de la Estación Tiputini, confiesa que ese tipo de escenas son frecuentes. Coincidió con el misionero Miguel Ángel Cabodevilla al asegurar que se trata de una forma de presión o chantaje cuando los Waorani quieren conseguir algún propósito.

A eso recurren Kai, Pego, Mingui, Huampi, Tiwi, Dabo y otros considerados jefes guerreros Wao.

Dabo, por ejemplo, en la comunidad Tobeta mantiene una cuerda atada a un pequeño árbol. Y cuando tiene algún pedido simplemente estira la cuerda e impide el paso de vehículos y maquinaria de la empresa Petroriental (filial de Andes Petroleum).

Miriam Enomenga, presidenta de la comunidad Tobeta, defendió a sus jefes guerreros. Los propios petroleros les malacostumbraron. Sin que ellos pidan, al comienzo les regalaban comida y luego ellos se acostumbraron. Ahora exigen más.

Para evadir líos, las petroleras complacen casi todos los pedidos. Mosquera recuerda que la empresa Cinopec, por ejemplo, para poder ingresar a la zona y hacer prospección sísmica, hasta diciembre pasado, entregó camionetas 4x4, motores para canoas y hasta dinero en efectivo.

Una de las estrategias de las petroleras son las relaciones comunitarias. Su argumento es la ayuda social con la entrega de centros médicos, escuelas, canchas...

Incluso, les construyen casas de concreto como hizo Petroriental para Dabo, jefe de Tobeta, donde se establecieron hace 10 años tras dejar su natal Dayuno.

Allí hay una escuela unidocente, otras casas de madera y un garaje donde guardan una camioneta y dos motos. El pasado 11, dos tractores aplanaban un terreno en el cual Dabo pretende le construyan una cancha cubierta.

A propósito, Repsol-YPF se basa en el Acuerdo de amistad, respeto y apoyo mutuo, que firmó con el pueblo Waorani en 1993.

Remigio Rivera, del Departamento de Relaciones Comunitarias de Repsol, cuenta que uno de los frentes de atención es la salud. Para eso dispone de una brigada médica que ingresa periódicamente en avioneta hasta las comunidades dentro y fuera del área de influencia del bloque 16.

También les entregan becas universitarias, contratan obreros Waorani para tareas sencillas. Además, les facilitan movilización terrestre y fluvial.

No obstante, esto creó un grave estado de dependencia de los Waorani. En eso están de acuerdo Rivera y Esteban Suárez, director de la ONG Wildlife Conservation Society. Existe un alto nivel de dependencia respecto a la política y a los programas denominados de relaciones comunitarias de Repsol, asegura Rivera.

Y las secuelas serán duras cuando, por ejemplo, esta compañía abandone la zona en el 2012.

Por esta razón, Rivera insistió que Repsol diseña un Plan de Abandono que incluye capacitación comunitaria y otras tareas.

Entre tanto, la situación es todavía más grave para quienes ni siquiera cuentan con este asistencialismo. Al recorrer la vía Auca se observa que el abandono estatal es casi absoluto.

El panorama es desalentador. Una maraña de hasta 10 tubos de distinto diámetro cruza por delante de las viviendas. Además, por su vetustez (fueron tendidos hace 30 años), según Wilmer Armas, vicepresidente de la Junta Parroquial de Dayuno en plena selva, son constantes los caliches (pequeñas fugas) que terminan en derrames que contaminan esteros, ríos, pastos y fincas como la de los Lapo Campoverde.

Eso se vio el viernes 11, en una laguna y en un estero junto al Pozo Auca central y en otros sitios.

La remediación tóxica es nula, tampoco hay estudios de impactos ambientales en los nuevos pozos de explotación.

La misionera Clara González se lamentó porque los efectos son diversos, sobre todo, en la salud de la población. Incluso hay jóvenes que sufren de cáncer al estómago, hígado, garganta producto de la contaminación petrolera.

Además, pese a los compromisos de compensación nadie los cumple. Petroproducción, por ejemplo, acordó construir el sistema de agua potable para varias comunidades. Pero hoy este no abastece a las 74 familias contempladas en el proyecto.

Así, en medio de este panorama marcado por la negrura del petróleo, se debaten las comunidades Waorani, quichuas y colonos del Yasuní y sus alrededores.

Punto de vista: Consuelo Espinoza. Exp. en pueblos ocultos, UICN

Vidas en peligro por el petróleo

En los últimos años, la situación de los Tagaeri y Taromenane, pueblos aislados del Yasuní, ha suscitado interés nacional e internacional. Esto por los repetidos episodios de persecución y muerte, el último fue en abril del 2006, manteniéndolos en condiciones de extrema vulnerabilidad.

Su realidad es grave al afrontar amenazas contra sus vidas, territorios y recursos naturales. Sus amenazas son madereros, empresas de ecoturismo, petroleras e incluso algunos indígenas ya contactados que, a menudo, intervienen de forma violenta en sus viviendas y rutas de movilidad.

En 1999, el Estado ecuatoriano declaró Zona Intangible Tagaeri-Taromenane a 700.000 hectáreas del Yasuní. Pero esta figura legal no suscitó cambios fundamentales en la dinámica de las actividades petroleras.

Hoy, el Proyecto ITT ha provocado gran controversia. Si bien generaría ingresos por USD 700 millones para el país, hay aspectos relevantes que deben ser debatidos social, ambiental y éticamente. Parte del ITT está en la Zona Intangible, donde no debería hacerse ninguna actividad extractiva.

Se debería procurar minimizar los traslapos entre políticas extractivistas, áreas protegidas y territorios indígenas. Así se reducirán las presiones hacia los pueblos aislados y se garantizará sus vidas.

La extracción de crudo se toma hasta la Zona Intangible

Las leyes ambientales prohíben toda actividad extractiva en las áreas de reserva natural. Pero argumentando intereses nacionales, la parte norte del Yasuní ha sido concesionada a las empresas petroleras.

De acuerdo con la Web www.oilwatch.com, el 60 por ciento de la Reserva de Biósfera (incluye territorio del Yasuní y Waorani) está en manos de las petroleras. Y los efectos no se hacen esperar con una serie de secuelas socioambientales.

En el norte del Yasuní, en un campamento, cerca de 300 m2 lucen baldíos. Se taló toda la vegetación para levantar uno de los campamentos durante las actividades de una prospección sísmica (monitoreo de existencias de petróleo).

No obstante, según Luis Yanza, ex presidente del Frente de Defensa de la Amazonia, eso es insignificante ante los daños ambientales causados durante la explotación, derrames y apertura de vías.

Los bosques prístinos del Yasuní son alterados por las trochas y decenas de helipuertos. El ruido es constante por las perforaciones y el funcionamiento de generadores. Con la sola presencia de extraños o el volar de un helicóptero ya se altera el ambiente. Eso inclusive empuja a migrar a diversas especies de aves y animales.

A pesar de eso, hoy Petrobras solo aguarda un último trámite. Pero en pocas semanas recibirá la licencia ambiental para operar en el bloque 31. El 70 por ciento estará dentro del Yasuní y hasta incluye a la Zona Intangible.

Así también el 65 por ciento del bloque 14, hoy de Andes Petroleum, está dentro del Parque Nacional. Igual ocurre con parte del bloque 17 de la misma empresa.

Por su parte, el bloque 16 de Repsol-YPF se reparte entre el Yasuní y la Reserva Waorani.

Sus representantes, al igual que los de Petrobras, insisten en que se esmeran por minimizar los impactos, mediante la utilización de una serie de técnicas modernas.

Pero Yanza considera que, por más tecnología avanzada que se utilice, la explotación petrolera no dejará de causar daño al Yasuní.

Por todo aquello, la corriente de oposición a la explotación petrolera en el bloque ITT crece cada días más en el país.

[fuente]
http://www.elcomercio.com/noticiaEC.asp?id_noticia=113148&id_seccion=8
http://www.elcomercio.com/noticiaEC.asp?id_noticia=113149&id_seccion=8

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