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Al fin se hizo la luz

Guillermo Navarro Jiménez

Quito, 19 de abril de 2007

El no ver más allá de los intereses nacionales, el anteponerlos a los grandes objetivos comunes, para encubrir los negocios privados, personales -los negociados para ser más propios-, posibilitaba que los gobernantes de turno, caigan en la red de esas falsas visiones, audacias y habilidades y opten por el camino más corto, para disponer de los siempre escasos recursos en nuestros países en que la abundancia sólo es de pocos.

El anteponer los intereses nacionales, los particulares sobre los del conjunto de naciones, inevitablemente conducía los procesos de integración a una suerte de sálvese quien pueda, con lo que el lento avance, el retroceso o el franco fracaso, era la nota.

En el Ecuador de las últimas semanas, esos bastardos intereses pretendieron imponerse. Esgrimieron el fantasma de la urgencia. El argumento, siempre el mismo, decía de la necesidad de disponer de recursos para continuar la obra social emprendida. Para ello sugirieron entregar el ITT mediante espurias alianzas estratégicas, entre otras empresas, con Petrobras, empresa mixta por definición de la propia Ley brasilera y su estructura de capital. Que importaba, para quienes ha sido norma el violentarlas -desde la ya remota compra de la torre mexicana que nunca pudo pararse por ser chatarra adquirida a precio de nueva-, que la Ley estipule que convenios de Alianza Estratégica sólo es posible concretarlas con empresas petroleras estatales. Que les importaba pasar por alto al Ministerio de Energía y a su obligación y facultad de realizar una planificación económica integral en el caso de los yacimientos de petróleos pesados de quince grados API. Pero sobre todo, que importaba alinearse con quienes forman parte de un proyecto global, mundial que impulsa, precisamente, una gran embestida contra los países petroleros, hoy considerados los principales contradictores del imperialismo estadounidense.

Pero se hizo la luz. Y es que, como lo afirma Kintto Lucas: Este Rafael Correa, está dando una lección, no solo de voluntad, que ya lo había hecho, sino de una apertura que su carácter ocultaba (...) Todavía le falta bastante pero, sin duda, los indicios demuestran que está construyendo un camino, que está caminando y aprendiendo a caminar para poder seguir caminado. En el caso del ITT, la apertura se demuestra en el desandar de la ruta emprendida inicialmente, el rápido entender que el cumplimiento de la Ley es norma obligatoria, que la defensa de la ecología del Parque Nacional Yasuní es prioritario, y, principalmente, el comprender que su explotación, de producirse, deberá realizarse en el marco de la unidad de América Latina.

Los pronunciamientos del Presidente Correa, y de Alberto Acosta, Ministro de Energía, en el sentido de que lo prioritario es defender el Parque Nacional Yasuní. La inocultable alegría demostrada al anunciar que la participación de PDVSA en el ITT tendrá como contraparte a una participación de Petroecuador en la explotación del crudo pesado en el Orinoco venezolano, nos habla a gritos de que los intereses nacionales se han impuesto sobre los bastardos intereses particulares, que éstos fueron derrotados.

Derrota que implica también que el alineamiento al que esos bastardos intereses nos conducían con estrategias internacionales que nos afectan no tiene tampoco cabida. Que se ha puesto al descubierto los objetivos de los neo-ecologistas de hoy que se niegan a suscribir el Tratado de Kyoto. Que se ha comprendido, que las alianzas alrededor del Etanol, no son ingenuas. Que esa estrategia nos afecta en tanto y en cuanto reduce nuestra soberanía alimentaria al destinar grandes extensiones, incluso la hoy orientadas a satisfacer la demanda interna de productos agropecuarios, al monocultivo que exige la producción de etanol, e, ineludiblemente al debilitamiento de nuestra condición de productor de petróleo.

Pero a más de todo ello, lo más importante radica en el haber entendido que el interés nacional sólo es posible en el marco del interés de todas las naciones de Sur América y, como lo señaló el propio Presidente Rafael Correa, de todas las de Latino América. Que la integración es esfuerzo complementario, común, como lo ponen de relieve los jubilosos anuncios de que la mega refinería a construirse en Manabí, será construida con la participación de todos los países de Sur América. Que la red para dotar de gas a toda América del Sur ha iniciado ya su andar en la zona oriental, para luego volverse hacia la parte occidental. En suma, alborozo por haber visto al fin visto la luz al final del túnel de la integración y del desarrollo nacional, en ese marco. Bienvenida la nueva perspectiva adoptada para nuestro desarrollo y el de América Latina.

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