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Guayaquil, la Perla saqueada...

Galo Benítez

Agencia Latinoamericana de Información (ALAI)

Quito, 9 de octubre de 2006

Según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo del Ecuador INEC, un 16 % de la población nacional (2.100.000 hbtes) sobrevive con $1 diario (30 dólares al mes). Del mismo modo, en el área urbana este promedio abarca el 7% (907.000 hbtes); en el sector rural es del 33% (4.030.000 hbtes); y el 51% (6.630.000 hbtes) de la población no percibe más de $3 por día (90 dólares mensuales).

Estos datos se confirman con el Informe de Desarrollo Humano de 2003 por parte del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo PNUD, en relación a que en el Ecuador un 20% de la población sobrevive con $1 diario y, el 52% con $2.

Luego de este escalofriante preámbulo conviene reflexionar lo que se ha hecho con la ciudad más populosa del país, como es Guayaquil, metrópoli considerada como el espejo de lo que pasa con la nación, por ser crisol de todas las regiones de la patria. Gracias a la influencia política del partido socialcristiano, roldosismo, que han dominado durante los últimos 25 años, el puerto principal, estas tiendas políticas han sido incapaces de solucionar los problemas más graves de la urbe, como el desempleo, que en promedio alcanza el 11% (360.000 hbtes), y el subempleo que llega al 44% (1.455.000 hbtes).

Al oír al ex presidente León Febres Cordero cómo se ufana del éxito de su gestión, como ex mandatario de la república, causa desconcierto e indignación, cuando las cifras del INEC demuestran que durante el gobierno socialcristiano la inflación creció del 23 % en 1986, al 58 %, al final su período. El analfabetismo en la provincia del Guayas supera el 6,8%; es decir, para citar un ejemplo, los 225.000 analfabetos existentes, podrían llenar cinco veces el estadio modelo de la ciudad de Guayaquil. Gracias a Febres Cordero el país aumentó la deuda externa de 7.400 a 10.700 millones de dólares. Y qué decir de Abdalá Bucaram, quien de la mano de su partido tuvo que poner los pies en polvorosa a los seis meses de gobierno, con las maletas y bolsillos llenos de plata del pueblo. ¿Dónde quedó la inversión en salud, en educación?

Guayaquil, cuna de mártires obreros, como los 5.000 trabajadores asesinados aquel 15 de noviembre de 1922 por la oligarquía porteña, sufre la tragedia de tener 270 mil niños que no estudian y, que se los ve lustrando zapatos en el terminal terrestre, vendiendo periódicos en las calles, ofreciendo aguas embotelladas en los buses de transporte público, trabajando en las fábricas, en las construcciones, bananeras, etc.

Según la revista Gestión de agosto de 2005, 73 de cada 100 guayaquileños subsisten con menos de dos dólares diarios. Cuando se habla del Ecuador hay que tomar como referencia a Guayaquil, los datos estadísticos demuestran la tragedia que se pretende ocultar con las cuñas promocionales del alcalde Jaime Nebot. La realidad dolorosa de la provincia del Guayas, con un 27% de la población nacional, no puede mantenerse al margen de las cifras que revelan la otra cara de la moneda en el país, a saber: la desnutrición llega al 48%; existe un déficit de 1'400.000 unidades habitacionales; el 59% de las viviendas no tienen agua potable; el 60,5% no cuenta con alcantarillado; el 22% no tiene luz eléctrica; el 84% no cuenta con internet; etc, etc.

El espejismo del Malecón 2000 en Guayaquil, réplica del anhelo de la oligarquía guayaquileña por tener un remedo de Miami en suelo ecuatoriano, que le costó al país, más de 20 millones de dólares, no se compadece con la miseria del pueblo pobre del puerto principal. La carretera recientemente inaugurada Pascuales Terminal Terrestre, por parte del alcalde Nebot, costó 31 millones de dólares. El concepto neoliberal de la administración municipal, se parece mucho al del alcalde de Quito, Paco Moncayo, más carreteras, más puentes, más aeropuertos, es la meta; que la población no tenga luz, agua, potable, salud, educación, no interesa. Los medios insensibles al subdesarrollo promocionan las obras suntuosas de regeneración urbana, la carretera ayudará a descongestionar el tráfico en la ciudad, dice Ecuavisa, pero las cámaras ocultan cómo se desnudó la pobreza galopante a los costados de la vía. Del mismo modo, la vía perimetral, que fue construida hace varios años atrás, sirvió para aumentar la plusvalía de los terrenos, propiedad de los terratenientes socialcristianos.

Cuándo entenderán los gobernantes burgueses que no se mide el desarrollo de un país por la cantidad de cemento que cubra las calles de una ciudad, qué bonito se ve los puentes elevados que permiten el flujo de vehículos de norte a sur de la urbe, pero qué feo es reconocer que en la Prosperina, en la parroquia Bastión Popular, en la Febres Cordero, en el Guasmo, lo poco de agua potable que les llega viene contaminada de coliformes fecales; hoy el guayaquileño paga la tarifa más cara por metro cúbico de agua, gracias a la privatización del servicio, a la transnacional Bechtel, Interagua. La Metrovía, inaugurada por el alcalde Nebot revela el ajuste a los bolsillos de cientos de miles de habitantes de Durán, por haberles forzado a coger más buses para llegar a sus trabajos. Hoy Guayaquil es una ciudad sitiada, se derrochó más de 25 millones de dólares para crear un sistema privado de seguridad, la fuerza de choque del burgomaestre socialcristiano, que está controlando supuestamente la delincuencia, aunque el propósito velado es impedir a través de la represión, el descontento popular que está a punto de desbordarse.

El fanatismo tiene su caldo de cultivo en la pobreza, la necesidad del pueblo es aprovechado por los políticos de la "6" y la "10", para hacer realidad el lema de la burguesía: dadle fútbol al pueblo y lo mantendrás dócilmente dominado. ¡Qué ironía, compatriotas! el estadio Monumental del Salado, con capacidad para 75 mil espectadores, es la puerta abierta a la miseria de cientos de barrios pobres, que corean y disipan su frustración con el canto emocionado de "¡Barcelona, Barcelona...!"

En aquel 9 de octubre de 1820, no se dio la independencia del auténtico pueblo guayaco, integrado por el montuvio, el campesino, el obrero; fue la clase dominante criolla de la época, liderada por José de Villamil, José de Antepara, Gregorio Escobedo, Manuel Fajardo, León de Febres Cordero, Urdaneta, entre otros, quienes pugnaron por doblegar al realismo español, no con la intención de instaurar una república igualitaria y democrática; sino con el claro propósito de hacer de Guayaquil el fortín de la oligarquía agroexportadora, con claros intentos de secesión del resto del país y adhesión al Perú. Luego de 186 años transcurridos, Guayaquil ha experimentado la migración agresiva libanesa y judía, que se ha sumado a los grupos dominantes más retardatarios, causantes del subdesarrollo humano que afecta a la ciudad más populosa del Ecuador.

[fuente]
http://alainet.org/active/13897

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