Quito, 7 de octubre de 2006
Los cuatro magníficos que, según las encuestas, atropellan para llegar a la oficina de la Plaza Grande hablan de lo que sus oficinas de campaña sueñan, suponen y sospechan tienen los electores en el corazón y en la cabeza. No hay que ponerles juicio severo, ellos cobran, por las brujerías algorítmicas que los candidatos presidenciales atienden con susto y poca confianza; se consuelan: cuando ocurra la quema ese día se verá el humo. Que si las artes de encantamiento en los votantes apenas si resulta no será por falta de entusiasmo de los nganguleros (hechiceros, según los ekobios de la Regla de Ocha). Me alegro que ya no se descubran sus señales en el Tablero de Ifá, por negreros. Ellos olvidaron mandar a la Secretaría Técnica del Frente Social por un librito de pocas páginas titulado, Los afroecuatorianos en cifras.
Parancantinquín tinquín tan. Un resuello de tambores le hubiera devuelto el alma a la campaña y al candidato. Pero no, bsss bsss, susurran los asesores en las orejas calientes. "Manténgase en el libreto", ordena la mandarina del futuro mandatario. Y él cree que no solo debe huir de los cantos de sirenas, sino también de sus baladas de silencio. Correcto, no hables de los negros ni les propongas políticas públicas, a ellos ninguno de los antecesores presidenciales no los vio y por siglos ha sido así. ¿Por qué tendría que cambiar? Bien hecho, por crédulos.
Un toqueteo leve de mano en barrio Nigeria, ese insincero abrazo en una polvorienta calle del valle del Chota o aquel interesado saludo en una esquina de Esmeraldas. Los he visto por el Solar de Illescas y tengo la mala leche de creer que fueron en safari vergonzante, pidiendo a esos electores, hombres y mujeres, que les favorezcan con el voto, mientras voluntariamente no quieren saber que la tasa de mortalidad de niños y niñas afros, de 0 a 5 años, es de 48,3 fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos. Los blancos la tienen en el 30, 8%.
Estas líneas sabatinas son blues del desaliento, por mi gente abusada y ella aceptando el abuso. A la Comunidad Negra de Guayaquil le han soplado el ánima y asombra que no se proponga a tener presencia en los órganos locales y seccionales de administración pública. Son cientos de miles de electores de las barriadas más castigadas y retratadas en las cifras de las necesidades básicas insatisfechas. Cualquier Alcaldía o candidato a la Presidencia debería atender en serio el sentimiento de esos electores, pero no ocurre así porque son... cosas folclóricas. Y nada más.
Ahora las cifras no son broma: la incidencia de pobreza en la gente afroecuatoriana es de 70,3%, muy superior al promedio nacional. En 2004 la tasa de desempleo fue del 14%, en las mujeres es mucho más alto. Ni hablar del ingreso promedio y el ascenso a puestos de alta responsabilidad. ¿Por quién votar si ninguno sabe que existimos?
[fuente]
http://www.hoy.com.ec/NoticiaNue.asp?row_id=247221
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