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Dolarización: Charlatanes e irresponsables

Alberto Acosta

La Insignia

Quito, 13 de septiembre de 2006

José Luis Cordeiro, venezolano, charlatán de oficio, promocionó, mejor que sus congéneres criollos, los beneficios de la dolarización. Los dolarizadores agrupados en el Foro Económico, liderado por Joyce de Ginatta, ofrecieron una baja inmediata de las tasas de interés, de la inflación, y la entrada de capitales foráneos, dando paso a la reactivación inmediata de los sectores productivos. Cordeiro no esperaba la cura de todos los males, no va a acabar con el SIDA, decía, pero prometía que sí sentará las bases para que la economía pueda crecer, pues la medida se debe aprobar porque es tan poderosa, que por sí sola comienza a hacer girar las ruedas de la reactivación económica.

A despecho de tanta charlatanería, exacerbada en estos días, la dolarización, a la luz de los ofrecimientos con los que se la impuso, es un fracaso. La inflación -sin que haya existido una hiperinflación, ni las condiciones para ella- se tomó cinco años para alcanzar un nivel internacional. Las tasas de interés nominales apenas bajaron fomentando el consumo, mientras que las tasas reales, las que cuentan para la producción, se mantienen en valores elevados, incluso superiores a las que se obtienen para créditos en dólares en países vecinos sin dolarización. El crédito no está disponible para amplios segmentos del aparato productivo. La evolución del PIB es inestable y mediocre. En estos años la competitividad, también por efecto de la dolarización, no ha dejado de caer. El desempleo y subempleo siguen siendo una lacra. El costo de vida llegó a niveles nunca antes registrados. El desequilibrio comercial no petrolero, exacerbado por la rigidez cambiaria y por la apertura comercial, que alentaron un incremento vertiginoso de las importaciones, sería insoportable de no mediar un escenario internacional favorable: elevados ingresos petroleros, crecientes remesas de la emigración, alto endeudamiento externo privado, masivo ingreso de narcodólares, la depreciación del dólar...

A la dolarización se la ha financiado, no se la ha vuelto sostenible. Teniendo condiciones externas tan favorables, en una economía con tantas capacidades represadas, los resultados son en extremo pobres. Su fragilidad la percibe la banca, que mantiene fuera del país gran parte de los depósitos de sus clientes, aduciendo la ausencia del prestamista de última instancia.

Reconocer esta realidad es un acto de responsabilidad. Negarla y negarse a discutir el tema para no amenazar la dolarización -téngase presente la dura experiencia del silencio forzado que antecedió a la debacle de la convertibilidad argentina- es un gesto propio de irresponsables. Asumir las limitaciones de la trampa cambiaria para analizar como posible salida ordenada una unidad monetaria regional, sin esperar a que la dolarización nos saque atropelladamente, es acto propio de un estadista, para nada comparable con la irresponsabilidad del nefasto presidente Jamil Mahuad y los charlatanes que nos embarcaron en esta aventura.

[fuente]
http://www.lainsignia.org/2006/septiembre/ibe_024.htm

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