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A propósito de una recomendación oportuna: El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz sugirió no firmar el TLC con los EEUU

Alberto Acosta, Fander Falconí, Hugo Jácome, René Ramírez

Quito, 18 de julio de 2006

El profesor Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, en su reciente visita a Ecuador, fue enfático en cuestionar los tratados de libre comercio, y especialmente el que negocia el gobierno ecuatoriano con los Estados Unidos. Esto lo hizo en todas sus intervenciones, pero particularmente en un encuentro con la comunidad académica que se realizó en FLACSO el pasado miércoles 12 de junio, en donde recomendó no suscribir dicho Tratado.

Stiglitz señaló que los supuestos acuerdos de libre comercio no son ni libres ni justos. Por ejemplo, EEUU tiene enormes subsidios agrícolas y mantiene barreras no arancelarias, a la par que hace enormes intromisiones en otras áreas como inversiones, medio ambiente, impuestos, propiedad intelectual. Los costos de estos elementos adicionales, en caso de firmar el tratado, superan enormemente las pérdidas económicas por el comercio en caso de no firmar el tratado. Estas críticas fundamentadas por el Premio Nobel de Economía deberían ser atendidas por la sociedad en su conjunto y, por cierto, por los fanáticos a ultranzas de los tratados de libre comercio.

Estas ideas podrían pasar desapercibidas o incluso ignoradas si no provinieran de un autor de varios libros fundamentales de micro y macro economía, coautor de cientos de artículos científicos, así como de varios textos de divulgación masiva. Una persona que, a más de ser Premio Nobel de Economía, fue funcionario relevante en el gobierno del presidente norteamericano Bill Clinton y vicepresidente del Banco Mundial.

En su exposición en FLACSO, Stiglitz dejó en claro que los TLC son más que tratados de libre comercio. A lo interno, esto ha sido planteado en otros libros escritos en el Ecuador. La tesis de estos trabajos y del planteamiento de Stiglizt es que, además, de los complejos aspectos intrínsicos de una negociación comercial, el TLC es más que un tratado de libre comercio, y hay que relacionarlo con el ámbito geopolítico de la región andina, especialmente ligado al punto de vista de los intereses económicos, políticos y militares de Washington. Este Tratado, en esencia pretende ser el mecanismo para enraizar y profundizar las reformas estructurales neoliberales. En este sentido, los TLCs no son una negociación sino una imposición dado que están determinados a priori, por lo que resulta una ingenuidad solicitar que se espera que se termine la negociación para avizorar sus resultados.

El TLC no es un asunto concluido para el Ecuador. Requerimos planteamientos concretos de los candidatos a la Presidencia de la República sobre una inserción inteligente en el proceso de globalización. Esta es una tarea que nos obliga a considerar adecuadamente el entorno internacional, cargado de incertidumbre e inestabilidad. En estas condiciones, las estrategias simplemente aperturistas pierden viabilidad y corren el riesgo de crear solo islas de modernidad, enclaves desligados del resto de la economía. Tampoco se pueden generar exportaciones a costa del desabastecimiento del mercado interno. Todo esto implica una nueva forma de inserción internacional, en base a la búsqueda de un nuevo perfil de especialización productiva con sostenimiento interno. Para ello es necesario fortalecer los procesos de integración regional, aplicando simultáneamente políticas estructurales que propicien la transformación del aparato productivo, la modificación de los patrones de consumo, una mejora radical en la distribución del ingreso, la calificación masiva de la mano de obra, una profunda y sostenida reforma educativa, un agresivo desarrollo tecnológico, con un marco institucional que aliente la absorción y generación del progreso técnico. Y todo esto con creciente ejercicio democrático.

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