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Yasuní: Dos pueblos en peligro

Luis Gutiérrez Ramírez

Diario El Hoy, edición digital

Quito, 25 de junio de 2006

En los últimos años, el Ecuador ha visto pasar de largo las noticias de un conflicto que amenaza la supervivencia de los grupos aborígenes Tagaeri y Taromenane, ocultos en la denominada Zona Intangible (ZITT) del Parque Nacional Yasuní, de la provincia de Orellana. Cambios culturales inducidos en el pueblo Huaorani por misioneros evangelistas estadounidenses, a mediados del siglo pasado, forzaron el voluntario autoexilio de estas familias de cazadores-recolectores seminómadas y horticultores rudimentarios que, pese a compartir un mismo hábitat, han mantenido su cultura ancestral y su decisión de vivir aislados de todo contacto humano, en un retraimiento que les ha significado cinco décadas de enfrentamientos con los huaorani y otros invasores, que los tendrían al borde del exterminio.

El asesinato de 16 taromenane a fines de mayo del 2003, entre ellos al menos seis mujeres y seis niños lanceados por guerreros huaorani, fue uno más de los sistemáticos crímenes de lesa humanidad que se siguen cometiendo contra estos pueblos ante la mirada cómplice del Estado. Este hecho, resaltado como crónica roja, no fue repudiado por la colectividad ni se propusieron alternativas para preservar a estos grupos.

Más allá de intereses petroleros, no nos hemos detenido a pensar que los tagaeri y los taromenane son dos joyas biológicas y culturales primitivas, arrancadas de un tesoro perdido -Huaorani- que se resisten a desaparecer. Etnias que, venciendo las vicisitudes propias de su milenario y particular aislamiento geopolítico, han podido llegar con vida al siglo XXI, huérfanas de amparo gubernamental y sin planes específicos para su protección futura.

Si desaparecieren, la ZITT quedaría sin sustento y la actividad petrolera coparía el Yasuní. El conflicto de vieja data con los huaorani, ahora actualizado por la ilegal explotación maderera de una comuna huao en la ZITT, es la principal causa de estas desapariciones forzadas. Se especula de la posible desaparición de los tagaeri por enfrentamientos y enfermedades mestizas. Este etnocidio silencioso e ignorado por la Ley ha estado exterminando a los últimos y naturales guardianes de nuestra biodiversidad -su número no llegaría a cien- en un santuario (el Yasuní) declarado Reserva de la Biosfera, paradójicamente afectado por concesiones petroleras. La incoherencia del Estado en el manejo de este tema debe ser rectificada con una Ley de Reconocimiento y Protección de los Pueblos Ocultos del Yasuní, dictada para reconocer sus derechos civiles; proteger su vida e integridad física; remediar conflictos concurrentes y definir la política proteccionista del Estado.

[fuente]
http://www.hoy.com.ec/noticianue.asp?row_id=238120

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