Pablo Dávalos
Quito, 11 de mayo de 2006
Debo confesar que la elección de Lucio Gutiérrez en octubre de 2002 me tomó por sorpresa. A pesar de tener una relación estrecha con la dirigencia del movimiento indígena, nunca supe de los contenidos del acuerdo programático a los que habían llegado la dirección del movimiento Pachakutik con los directivos del naciente partido Sociedad Patriótica. Fue una alianza que sorprendió a propios y extraños y que, en primera instancia, no motivó una preocupación real porque las encuestas no le daban ninguna oportunidad electoral a Lucio Gutiérrez.
Sin embargo, la lectura que hicieron los militares del partido político "Sociedad Patriótica" fue la correcta, su discurso antipolítico centrado en la moralización del sistema político tenía muchas posibilidades de calar en un electorado reacio a creer en las bondades del régimen de partidos, sumado al enorme prestigio del movimiento indígena y a la figura de víctima de Lucio Gutiérrez.
En ese entonces, la "guerra de las encuestas", no daba a pensar en la alianza de los coroneles con los indios como una alianza ganadora. Fue por ello, lo admito, que no procesamos esa alianza en términos críticos y tampoco deconstruimos el discurso del coronel Gutiérrez. Esto, a la larga, se revelaría como un error estratégico fundamental, porque Gutiérrez, libre dentro del espacio de la izquierda política, podía decir cualquier cosa, comprometerse con cualquier organización o persona, y sumar adeptos sin comprometerse programáticamente con nadie.
La alianza nunca definió los espacios de Sociedad Patriótica en caso de ganar efectivamente las elecciones, porque el acuerdo programático, en realidad, fue un recurso estratégico y no una plataforma real de gobierno. Ahora que estamos por enfrentar un nuevo proceso electoral, surgen nuevamente figuras que quieren reclamarse del espacio de la izquierda.
Afortunadamente, León Roldós, el candidato del poder financiero del país, ha comprendido que ni la izquierda, ni ese invento ambiguo que se llama centroizquierda, le hacen un favor a su campaña electoral y ha decidido trasladarse al centro, es decir, a la derecha. Pero aún queda un precandidato con pretensiones de convertirse en el referente de la izquierda política, y, en el supuesto de que exista, de la centroizquierda. Se trata del ex Ministro de Economía, Rafael Correa. Aunque hay que reconocer que en este momento está también en un proceso de ir de la izquierda hacia el centroizquierda y de ahí al centro, se hace necesario deconstruir esa candidatura y situarla dentro de su exacta dimensión en la geografía política, de tal manera que, incluso si gana las elecciones, sepamos a ciencia cierta los derroteros de su gobierno.
Por ello, planteo una serie de interrogantes que tienen que ver con la corta vida política de Rafael Correa, y no para que los conteste el precandidato Correa, sino para comprender el proyecto político que realmente se está articulando en su derredor:
- Uno de los aspectos más dramáticos de la coyuntura actual es la participación del país en la guerra civil de Colombia. Se ha hablado mucho del Plan Colombia como una de las apuestas militares más audaces de la derecha política colombiana, en alianza con el gobierno americano, por derrotar militarmente a las fuerzas guerrilleras. Uno de los mentalizadores y arquitectos del Plan Colombia es el ex -embajador de Colombia en EEUU, Alberto Moreno, quien incluso tendría responsabilidades directas en la quiebra del Banco Popular de Nicolás Landes y el inicio de la crisis financiera de 1999. El Plan Colombia que está demostrando sus consecuencias con las fumigaciones, los asesinatos, los combates incluso en territorio ecuatoriano, y toda la violencia que genera, amerita una respuesta unánime en defensa de la paz. Empero de ello, y sabiendo que el mentalizador del Plan Colombia, fue Moreno, ¿porqué votó el, en ese entonces, Ministro de Economía, Rafael Correa, por Alberto Moreno, para presidir el Banco Interamericano de Desarrollo, BID? ¿No es ésta una señal fuerte de pragmatismo que hace tabula rasa de las prioridades nacionales por el ejercicio del poder? ¿No sabía que estaba haciéndole el juego a los norteamericanos? Puede que se esgrima el recurso fácil de haber obedecido órdenes desde la Presidencia de la República, pero el hecho es que si recibió esas órdenes, ¿porqué no renunció a su cargo?. Entonces, ¿no amerita un enjuiciamiento ético el hecho de haber transado la paz del Ecuador por el proyecto norteamericano en la región? ¿No lo inhabilita moralmente para pretender ser candidato a la Presidencia, por haber traicionado a la paz?
- Una vez que fuera aceptada su renuncia al cargo de Ministro de Economía, el régimen optó por dar una apariencia de continuidad nombrando a su Viceministra de Finanzas, Magdalena Barreiro, como nueva Ministra de Economía. La amistad de Correa con la nueva Ministra fue de conocimiento público, e incluso se supo por los medios de comunicación que Correa había dado, a su manera, el aval para ese nombramiento. Ahora bien, una vez nombrada Ministra, Barreiro se dedicó a desarticular las propuestas de reactivación productiva con equidad social, y privilegió el pago de la deuda externa. Se llegó al extremo de suspender las partidas para programas de inversión social, como el almuerzo escolar, para pagar la deuda externa, y se transfirió la toma de decisiones económicas realmente importantes a las multilaterales, básicamente el Banco Mundial, el FMI y el BID. ¿Criticó alguna vez el ex Ministro Correa a su amiga Magdalena Barreiro por su manejo de la política económica, más ortodoxo, conservador y prudente incluso que sus predecesores neoliberales? ¿Cuestionó el hecho de que se haya pagado más de 3.800 millones de dólares por la deuda pública, suspendiendo programas sociales prioritarios? ¿Denunció la pérdida de soberanía económica que estaba haciendo Barreiro en función del FMI, del Banco Mundial y del BID? Por el contrario, en una entrevista pública y ya como precandidato a la presidencia, Correa la felicitó y dijo que en el caso de ganar las elecciones, en su nuevo gobierno, Barreiro tendría, otra vez, nuevas oportunidades de servir al país. ¿Ingenuidad?
- Sin embargo, más allá de su visión ortodoxa y neoliberal, Barreiro es culpable de una de las operaciones financieras más perjudiciales para el país: la emisión de bonos por 650 millones de dólares, que le implican al Ecuador un sobreendeudamiento, por las características de un contrato lesivo y oneroso, por más de mil doscientos millones en capital e intereses, comprometiendo seriamente las posibilidades de los nuevos gobiernos. Esta emisión se hizo para pagar a los tenedores de la deuda en bonos Global a 12 y 30 años, en una recompra anticipada, que hace que los bonos se coticen en la actualidad por encima del 100% de su valor nominal. ¿Qué hizo Rafael Correa ante este atentado al país? ¿Lo denunció? ¿Movilizó a la opinión pública para evitar que se realice? ¿Escribió algún artículo o texto denunciando esta operación y evidenciando su costo para el país? ¿Exigió la renuncia y el juicio político a la ahora ex Ministra Barreiro por esta lesiva operación? En realidad, Correa hizo mutis camino al foro. Jamás se pronunció en contra, y, en una entrevista pública, nuevamente felicitó a Barreiro, su amiga, por haber posibilitado que el Ecuador retorne a los mercados de capitales. ¿Cinismo?
- Es conocido que la crisis financiera-monetaria de 1999, provocó el colapso de los grupos financieros de la costa ecuatoriana, transfiriendo el centro de gravedad financiero hacia los grupos de poder de la sierra, fundamentalmente el grupo Diners, y el grupo Produbanco. Es la sierra ecuatoriana el nuevo locus del poder, ya no solo político sino también financiero. Esto explica la intención del Partido Social Cristiano, PSC, que representa los intereses de las oligarquías de la costa y en especial de la ciudad de Guayaquil, de entrar a la disputa de las decisiones financieras arrebatando a los grupos de la sierra su capacidad de decidir sobre la asignación de recursos financieros a través de un proyecto de Ley de Reactivación Productiva. Apoyar ese proyecto de ley significaba, en realidad, aprobar el juego de la derecha oligárquica de la costa ecuatoriana en su afán de rediseñar las relaciones de poder en el país, desde su manejo del sistema político. Entonces, ¿porqué Rafael Correa apoyó el proyecto de Ley de Reactivación Productiva de León Febres Cordero? ¿Es que no entendía que hay una disputa entre grupos oligárquicos y que había que denunciarlos y no apoyarlos? ¿A quién o quiénes, estaba Correa enviando un mensaje? ¿Con quién quería "quedar bien"? Rafael Correa nunca explicó al país los entretelones de esa disputa inter oligárquica, nunca le habló al país que la reactivación productiva es un espejismo fuera de los conflictos entre los grupos de poder. ¿Oportunismo?
Hay una serie de otros hechos, como por ejemplo tener en su staff de campaña a personajes del partido político PRIAN, que representa los intereses del magnate del banano, Alvaro Noboa, o el hecho de haberse entrevistado con dirigentes de la Federación de Indígenas Evangélicos, FEINE, que fueron el sustento del poder indígena de Lucio Gutiérrez, entre otros de mucha gravedad, que generan suspicacias con respecto a su candidatura, y quizá algo más grave, el hecho de que su candidatura a la presidencia haya logrado lo que no pudo hacer Lucio Gutiérrez: dividir al movimiento indígena. Por ello, y por el bien del país, creo que el ex Ministro Rafael Correa, debería declinar su candidatura, y, si aún considera que la izquierda política del Ecuador es una opción, apoyar una propuesta que nazca, precisamente, desde la izquierda y sus organizaciones. Quizá esa lección de dignidad puede que borre los desaciertos, traiciones, ambigüedades y oportunismos cometidos en su breve paso por la política nacional.

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