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Movilización vs. TLC

Enrique Ayala Mora

Diario El Comercio, edición digital

Quito, 17 de marzo de 2006

No cabe duda de que la suscripción del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos de Norteamérica es un paso decisivo para el Ecuador. Este acuerdo internacional comprometerá por décadas su economía, sus relaciones internacionales y hasta su vida política.

Es, en muchos sentidos, más importante que una elección presidencial, un golpe de estado o una clasificación para el campeonato mundial del fútbol. Por ello, forzosamente, es un tema de gran debate nacional, de agitación y controversia.

Desde luego que el Ecuador debería tener un tratado de libre comercio con Estados Unidos, el país que constituye su principal contraparte comercial. Nadie, por tanto, puede estar en contra de ese acuerdo sin más, por mero prejuicio. Una oposición al TLC sin fundamento no tiene razón de ser.

Pero en nuestro caso, el TLC con Estados Unidos tiene una historia, en medio de la que se ha comprometido la soberanía del país y sus intereses. Por ello no debe extrañar que haya oposición a que se suscriba y ratifique.

En primer lugar, recordemos que siendo el Ecuador parte de un proceso de integración andina, lo esperable hubiera sido que el tratado lo negocien conjuntamente los cinco países y las autoridades de la CAN. Pero, el Gobierno norteamericano negó esa posibilidad.

Excluyó a Venezuela e impuso un mecanismo bilateral, tratando separadamente con cada país. De este modo quedaron los países andinos, entre ellos Ecuador, en la imposibilidad de negociar en bloque, con el peso que esto hubiera tenido y librados a su debilidad individual.

Con todo esto, lo que debió ser negociación se transformó en imposición. Más allá de que Ecuador cambió su equipo en medio camino y que se improvisaran muchas posturas, la cuestión de fondo es que Estados Unidos ha aplicado su peso, sin moverse de sus políticas básicas, muchas de las cuales nos son abiertamente perjudiciales.

Quizá el punto más visible y delicado es el agrícola.

El hecho es que Estados Unidos tiene una política de subsidio a su producción agropecuaria, cuyo ingreso en nuestro país va a deprimir y liquidar la producción local. Se dirá que se incluyen en el cuerpo del proyecto de tratado disposiciones de protección de nuestra agricultura. Pero, de todas maneras, no van a durar para siempre. Y al final vamos a salir perdiendo.

Desde luego el tratado facilitaría la exportación a EE.UU. de varios productos nacionales como atún, artesanías, lácteos, etc. Si al fin entra en vigencia el TLC, tendrá ventajas. Sin embargo, resulta claro que, de lo que conocemos de su posible contenido, los peligros, desventajas y perjuicios van a ser mayores. Por ello la movilización nacional es no sólo justificada, sino necesaria.

La suscripción del TLC es tan importante que debió ser sometida a consulta popular, para que la ciudadanía se pronuncie abiertamente sobre el tema. Así lo prometió Alfredo Palacio al asumir el mando. Todavía es posible hacerlo, pero si eso no se da, le tocará al Presidente de la República tomar una decisión crucial atendiendo el interés nacional y el clamor mayoritario de la opinión pública que, a través de los movimientos sociales, ha expresado su oposición.

[fuente]
http://www.elcomercio.com/noticia.asp?id=31383&seccion=1

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