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Inflación mentirosa

Leonardo Vicuña Izquierdo

Guayaquil, 13 de marzo de 2006

El Ministro de Economía se queja de las cifras de la inflación que produce el INEC. Sospecha que están altas; y se propone demostrarlo, con apoyo de técnicos del BCE y del MEF, que integran una comisión para analizar las metodologías empleadas para los cálculos.

Miles de gentes, que sufren de la carestía de la vida, se quejan de lo contrario; sostienen que la inflación oficial está por debajo de la realidad. Muchos, hasta afirman que los datos que se publican son dirigidos, desde los intereses del gobierno de turno.

Coincidiendo con opiniones autorizadas, sostengo que la mentira en la cifra de déficit o insuficiencia de consumo que el INEC cuantifica en $143 mensuales. Es decir, la diferencia entre ingresos y costo de vida o presupuesto mínimo familiar.

En efecto, el INEC afirma que una familia "tipo", de cuatro miembros percibe 1.6 ingresos salariales ($298,67) y que el costo de la canasta "básica" de bienes y servicios (299 artículos) es de $442 mensuales. Es decir, la diferencia representa el 32% de déficit de consumo o insuficiencia de ingresos.

Más grave aún, es que se sostenga que existe una canasta "de pobreza" (vital), que tiene un costo menor ($301 mensuales); no obstante, los pobres tienen para el INEC el mismo nivel de ingresos (1.6 salario mínimo vital); por lo que no hay ni déficit de consumo, lo que nadie cree.

¿Qué significado tiene este disparate? que las familias pobres, que en un 40% viven en la indigencia o extrema pobreza y que tienen 5, 6, 7, 8 o más miembros, especialmente las que habitan en tugurios y barrios marginales, que en buena parte se dedican a actividades intrascendentes, pero de enorme importancia para su sobreviviencia, y perciben ingresos mínimos, tienen resuelto el problema; viven con el financiamiento total de la canasta de bienes y servicios.

Poco falta para que algunos tecnócratas sin alma, que obsecuentemente responden a los intereses del poder, y se someten a metodologías interesadas, inventen la canasta de los indigentes, promedien las remesas de los emigrantes, la asuman como parte de los ingresos de los pobres y ficticiamente los harán ahorrar y hasta los conviertan en actores del sistema financiero-bancario.

La realidad es distinta. Imagínense una familia pobre con tan sólo 5 miembros y uno sólo de ellos que perciba el salario mínimo mensual, prorrateado ($186,6), su déficit de ingresos sería del orden de $364,11 mensuales o sea un 57,8% de insuficiencia del consumo de la canasta básica y el 50,47% de la pobreza.

Lo que si es claro, es que se ha redoblado la inflación, que en los doce últimos meses redondea un 5,31%, bastante superior al 1,49%, de enero del 2005, lo que constituye un verdadero azote para las mayorías populares; tasa bastante superior a la de EE.UU. (3,42, Dic. 2005), lo que en dolarización es grave.

Lo peor del caso, es que al no haber una agenda económica para reactivar el aparato productivo y al persistir la especulación bancaria con las altas tasas de interés más las famosas comisiones, la tendencia es hacia la agudización de la inflación.

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