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TLC en la hora cero

Leonardo Vicuña Izquierdo

Guayaquil, 3 de marzo de 2006

Estamos frente al TLC en la hora cero. Para el fundamentalismo ortodoxo es inevitable un aperturismo extremo, aunque implique protección total a la inversión extranjera y a la libertad de movimiento de capitales, sin importar los intereses del país, desmantelamiento arancelario, prohibición de legislación de fomento de empresas nacionales y aceptar la vigencia de multimillonarios subsidios en EEUU; más protección a patentes, a datos de prueba y limitación a la producción de genéricos fuera del control de las multinacionales. La consigna clave vigente es la de aceptar sumisamente la protección plena al norte y desprotección total al Ecuador.

Otros, menos extremistas, presionan por la firma, con el argumento de que no podemos quedarnos fuera del Tratado, que es propio de la globalización. Algunos encubren su posición, con cierta vergüenza, y afirman "nos va a ir mal", pero cínicamente sostienen que si no entramos ahora, nos irá peor. En todo caso, es una alternativa de muerte.

También es propio de esta globalización el trato indigno a los migrantes y la construcción de la gigantesca muralla de 1.300 km para impedir el ingreso a EEUU de trabajadores mexicanos y latinoamericanos, a pesar del TLC que México suscribió con EEUU y Canadá, lo que prueba el doble discurso en su favor.

Los industriales, para mi entender, que corren con los mayores riesgos por su baja capacidad competitiva, presionan desde ahora al gobierno para mejorar sus escuálidos índices de productividad, desarrollando una política extrema de flexibilización laboral, que implica mayores perjuicios a los trabajadores en sus salarios, jornada laboral, estabilidad; eliminación del aporte patronal y fondos de reservas; así como mayores restricciones a su derecho de organizarse y de reclamar.

Otros, incluidos funcionarios y dirigentes gremiales, piden al gobierno establecer un plan de subsidios en general a los perjudicados con el acuerdo. ¡Tremenda contradicción! Armar todo un Plan de Emergencia, para atenuar los efectos negativos del TLC, que va más allá de lo comercial y contraría el concepto de beneficio mutuo del "libre" comercio.

Los negociadores afirman que en los últimos días "tratarán de conseguir los mejores resultados". Tal como ha ido el proceso, eso puede entenderse como lograr resultados menos malos para el país, pero en todo caso malos. También con desparpajo, sostienen que tomarán como bases, los acuerdos con Colombia y Perú, que como han afirmado los productores de esos países, rechazan porque les resulta negativo.

Por todo ello, reitero que no es conveniente el TLC. Que el país no tiene una agenda mínima para enfrentarlo, que atraviesa un momento de ruptura institucional, que la crisis económica más la dolarización, redujo sus competitividades. Por ello, ante el temor de mayores colapsos económicos, han expresado su oposición al mismo los ganaderos, agricultores, productores de fármacos y de atún.

Además, porque el Acuerdo busca asegurar en los negocios del Estado mayores ventajas a los inversionistas de EEUU, les dá a los acreedores de la deuda externa ecuatoriana, tratamiento de inversionistas, ampliándoles las garantías; y porque además se trata de un plan que afianza los intereses geo-políticos y militares de EEUU en la región, lo que inevitablemente nos conducirá a involucrarnos más en el Plan Colombia y en el conflicto interno de ese país; que con la conducción de Uribe tiene un solo destino: anexarse a EEUU y al Perú de Toledo, ser más sumiso a la gran potencia.

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