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Un Escape en la Aventura Petrolera Ecuatoriana

Karoline Nolsø Aaen

ZNet

15 de diciembre de 2005

Mientras se contaminan ríos, se talan selvas tropicales y la salud de los ciudadanos se ve amenazada por la industria petrolera, este oro negro sigue fluyendo a través de Ecuador. Me encuentro en la parte norte de la amazonía ecuatoriana, visitando campos petrolíferos e investigando la contaminación de ríos, suelo y bosques a fin de comprender a qué problemas tiene que hacer frente el Amazonas. La zona está destrozada. Donde antes había bosque tropical primigenio ahora hay plantas petroleras, carreteras y miles de tuberías.

En varios lugares, mi conductor y guía deja el motor del 4DW encendido por si los militares o los guardas de seguridad nos ven y tenemos que irnos. Armados con cámaras y consejos para poder volver al vehículo rápidamente, avanzo a gatas a través de la colina para divisar otra planta petrolera donde cientos de tuberías, grandes y pequeñas, dirigen el petróleo, gas y aguas residuales desde y hasta la estación petrolera.

En el Oriente Superior, sólo la exploración de petróleo ha llevado a la deforestación de aproximadamente dos millones de hectáreas (20.000 Km) de bosque tropical. Aquí, la historia demuestra que se colonizan entre 400-2.400 hectáreas de bosque tropical por cada kilómetro de carretera construida.

"Nos gustaría informar al resto del mundo las consecuencias que tiene para nosotros la producción de petróleo", me dice Fidel Aguinda, el coordinador de los Jóvenes Indios Cofan.

Los Cofanes estuvieron especialmente expuestos a la contaminación por petróleo y falta de tierras durante la época de Texaco y muchas de sus comunidades han desaparecido completamente.

"Nos gustaría contárselo a los países extranjeros pero es igual de importante informar a otros jóvenes en Ecuador sobre lo que la industria petrolera causa en nuestra cultura" dice.

Experiencia negra

Desde el principio de la era del petróleo en 1971, la industria petrolera en Ecuador ha tenido libertad de movimientos. Las compañías petroleras nacionales e internacionales han funcionado sin control o inspección alguna por parte de las autoridades. La industria es dueña de aproximadamente el 18% del territorio de Ecuador.

Esto es muy preocupante cuando consideramos que Texaco (ahora Chevron Texaco), la primera compañía petrolífera en el país, ha vertido al menos 460 millones de barriles de petróleo y aguas residuales químicas durante los 20 años que lleva extrayendo petróleo. Los resultados de esta contaminación criminal son aguas contaminadas, pérdida de fauna y flora, así como problemas de salud para la población local, tales como aumento de la tasa de cáncer, defectos de nacimiento y abortos.

Según los residentes locales, Texaco no ha pagado para limpiar el daño que ha ocasionado al medioambiente local. Sin embargo, la compañía insiste en que ha pagado de hecho, cuando gastó 40 millones de dólares en 1995 como parte de un trato que hizo con el gobierno ecuatoriano.

Actualmente existe una demanda judicial que está intentando abrirse paso en el sistema judicial de Ecuador para resolver el litigio. La demanda, interpuesta en nombre de 30.000 residentes locales, solicita 6 mil millones de dólares en concepto de compensación por daños. A pesar de las pruebas abrumadores, el resultado es todavía desconocido ya que no hay normativas o directrices en Ecuador en relación con la contaminación por petróleo y las limpiezas. Mientras tanto, Petroecuador, la compañía petrolera estatal, ha seguido usando los procedimientos de trabajo de Texaco y continúa vertiendo aguas residuales altamente tóxicas a los ríos y a los ecosistemas del Amazonas en el Oriente Superior.

Catástrofes, Cáncer y Corrupción

Las aguas residuales procedentes de la producción de petróleo contienen una gran variedad de sustancias químicas, metales pesados y otras toxinas. Estas aguas residuales, sumamente contaminadas, se vierten a balsas abiertas antes de pasar al alcantarillado. Los gases y el petróleo de desecho son quemados en las chimeneas o directamente en las balsas. La salinidad de estas aguas residuales es 6 veces más alta que la concentración el en el Océano Pacífico y su contenido en metales pesados y sustancias químicas es equivalente a veneno puro para la flora y la fauna. Según un estudio de 2003 llevado a cabo por la ONG ecuatoriana Acción Ecológica, el contenido de hidrocarburos nocivos (TP) en los ríos alcanzaba 2,9ppm. La Unión Europea sólo permite un 0,01ppm.

De una producción de 400.000 barriles/día, un mínimo de 32.000 barriles de crudo terminan directamente en los ríos y estuarios cada año, debido a los escapes en tuberías, accidentes y vertidos de aguas residuales. Para hacerse una idea: el accidente del Exxon Valdez en 1989 dejó escapar más de 260.000 barriles de curdo en la costa oeste de Norteamérica. En Ecuador, por lo menos 650.000 barriles de crudo han envenenado el ecosistema, lo que corresponde a un vertido de petróleo del tamaño de la catástrofe del Exxon cada 8 años.

Una consecuencia de la industria petrolera es una tasa más alta de mortandad en las poblaciones que viven en las regiones productoras de petróleo, en comparación con la población que vive en otras zonas. Las investigaciones muestran que el riesgo a morir de cáncer en las áreas productoras de petróleo es 260 veces más alta que en la capital Quito. Varios estudios han demostrado que la contaminación es permanente y acumulativa.

"Vivir en un área expuesta al petróleo y a las sustancias químicas en 30 años triplicará el riesgo de contraer leucemia u otras clases de cáncer", nos dice el Doctor Adolfo Maldonado, que trabaja para Acción Ecológica.

Uno de los lugares de investigación es el pueblo afectado de San Carlos. El pueblo está situado aguas abajo del río Napo desde Coca. Más de la mitad de sus habitantes que viven a menos de 50 metros de las estaciones petroleras y de las balsas de aguas residuales tienen cáncer, mientras que el número es 10 veces más bajo cuando la población vive a más de 250 metros de las balsas. La razón de estas tasas de cáncer tan alarmantes en este pueblo es la estación petrolera Sacha Sur, que lleva funcionando más de 20 años. La estación y sus 30 balsas activas con aguas residuales rodean el pueblo. Esta planta petrolera vierte aguas residuales altamente tóxicas a los estuarios y ríos que aportan el agua que la población usa para beber, bañarse y la limpieza.

El pueblo de Comuna el Descanso está situado cerca de San Carlos y está igualmente afectado por la contaminación. Visité el pueblo una mañana temprano para ver los efectos del petróleo. Pero yo no era la única visita de ese día. Los representantes de Petroecuador habían llegado antes que yo para mantener una reunión con los residentes, a la que se me prohibió asistir. A menudo, a las pequeñas comunidades se les ofrece compensación por pérdida o contaminación de tierra, pero normalmente esta compensación no está en proporción con el daño causado por la producción del petróleo y el valor de la tierra. En El Descanso, Petroecuador financió dos aulas de la escuela. Paradójicamente, varios alumnos han muerto debido a la contaminación que rodea el pueblo -un alto precio a pagar por dos aulas.

Un estudio de 2003 comprobó también que el 75% de la población en las áreas investigadas utiliza agua contaminada para sus tareas del hogar. El pequeño pueblo Huaorani de Pamihua, situado cerca del altamente contaminado lago Taracoa, no tiene acceso a agua para beber limpia. A pesar de sus intentos de recoger agua de lluvia en toneles, normalmente recogen el agua del Río Napo.

"Nuestros hijos están malnutridos, pero ¿qué podemos hacer para ayudarles? pregunta Alfredo, el líder de la comunidad cuando visito el pueblo.

Dicen los residentes que la tierra que rodea el pueblo solía ser rica y abundante. Ahora, la cosecha es muy limitada y sólo da para una comida al día.

"Queremos a nuestros hijos, pero nuestra tierra está contaminada de petróleo y toxinas y el agua no es potable. No tenemos la oportunidad de darles a nuestros hijos la vida que merecen", dice Alfredo.

Alfredo y su mujer Maria perdieron a su hija un par de semanas antes de mi visita. Ninguno de ellos me puede decir qué enfermedad sufría la niña ya que el pueblo no pudo permitirse que la examinasen y tratasen en el hospital de Coca.

Responsabilidad Internacional

Los proyectos petroleros insostenibles son una consecuencia directa de una estrategia económica que favorece en primer lugar a las compañías petroleras extranjeras y a los bancos internacionales, antes que a las comunidades locales. El gobierno ecuatoriano está muy endeudado con el Fondo Monetario Internacional, y como resultado, se ve forzado a abrir las zonas de selva tropical que quedan vírgenes en la zona sur y este del Amazonas para exploración petrolífera. Cabe esperar que las consecuencias medioambientales, sociales y sanitarias para los residentes locales sean tan desoladoras como lo han sido para los del Oriente Superior. La comunidad internacional tiene que aceptar su responsabilidad por la destrucción y el sufrimiento que llevan consigo proyectos económicos como éstos y tomar medidas para asegurarse que no se llevan a cabo proyectos y políticas similares a éstos. Si no se crean y se ponen en marcha modelos y políticas económicas sostenibles alternativas, la población de Ecuador seguirá sufriendo pérdidas catastróficas e irreversibles.

[fuente]
http://www.zmag.org/Spanish/1205aaen.htm

Traducido por Eva Calleja y revisado por Marga Vidal del original en inglés de fecha 24/10/2005

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