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Yo sí puedo. Una cruzada para aprender el abecé

Washington Benalcázar

Diario El Comercio, edición digital

Quito, 25 de septiembre de 2005

"Yo nunca fui a la escuela. Mis padres no tenían plata para educarnos, ni a mí ni a mis ocho hermanos".

Con un tono nostálgico, el imbabureño Luis Alberto Córdova, de 56 años, recuerda que casi toda su vida formó parte de los más de 800 000 ecuatorianos que no saben leer ni escribir.

Sin embargo, hace dos meses y medio Córdova se inscribió en el programa de alfabetización Yo sí puedo, que se desarrolla en el cantón Antonio Ante, provincia de Imbabura, al igual que en 21 cantones más del país.

Este proyecto cuenta con el asesoramiento del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño de Cuba, el Ministerio de Educación de ese país y el apoyo de los gobiernos locales, juntas parroquiales y organizaciones sociales de Ecuador.

Como la mayoría de beneficiarios del programa, Córdova es padre de familia y trabaja durante el día. Sentado en el piso de su casa y sin levantar la vista de la lana de oveja que peina, para elaborar ponchos, asegura que ya sabe escribir su nombre y su apellido.

Sonríe y se sorprende de que ya son las 16:00. Deja de lado las herramientas y se alista para ir a clases. Media hora después Ramón Mena, un vecino con formación secundaria, que se desempeña como facilitador del programa de alfabetización, convoca a los estudiantes a clases, a través de un altoparlante que se escucha en toda la comunidad de La Esperanza de San Roque. Este es uno de los siete puntos de alfabetización que funcionan, en Antonio Ante, con un total de 120 alumnos.

El cubano Eduardo Téllez, coordinador nacional del proyecto Yo sí puedo, cuenta que el programa funciona mediante una trilogía que incluye: la videoclase, dirigida por una maestra; los materiales de trabajo (cartilla de ejercicios para los alumnos), y el facilitador, un estudiante secundario de la localidad que asiste en cada punto de alfabetización.

Además, en cada cantón, existe un coordinador que prepara las clases semanales con los facilitadores y vigila que el proceso se desarrolle con normalidad. Son las 18:00 y Luis Alberto Córdova es el primero en ingresar a la Casa Comunal, que funciona como aula. Luis Alberto es el mayor de los alumnos y se enorgullece de afirmar que no ha faltado un solo día.

Es jueves y han llegado 18 de los 25 estudiantes inscritos. La mayoría de ausentes son mujeres que dejaron de llegar, básicamente, por presión de sus esposos. Este es uno de los fenómenos que genera que las mujeres aún representen el 57,4 por ciento de iletrados del país, según el último censo de la población a cargo del INEC.

Entre los asistentes a la clase están Rosa Elena Morales, de 47 años, y su hija Laura María Yamberla, de 26, que lleva enroscada en la espalda a su bebé, que de cuando en cuando lanza gritos inocentes.

Rosa Elena Morales comenta que cuando era niña sus padres le enviaron solamente a primer grado, equipada con un cuaderno y un lápiz. "No había plata ni para la lista de útiles", se lamenta. Pero, al igual que sus compañeros, no está dispuesta a dejar pasar esta oportunidad.

La clase comienza con un recuento de lo aprendido el día anterior. El facilitador reparte los lápices, los borradores y las cartillas de ejercicios.

Luego enciende una televisión de 21 pulgadas, conectada a un vídeo. En pocos minutos aparece la maestra cubana Ángela, que les saluda y les dicta clases a través de la pantalla. Esta vez les enseñará a formar palabras utilizando las letras.

Aunque nunca la han visto en persona, todos los participantes del programa de alfabetización conocen a la joven maestra, que les habla a través del televisor y les insta a ser mejores.

El facilitador supervisa que los educandos realicen con efectividad sus tareas. En el vídeo, además, actúan otros personajes como Leo, Lola, Ana y Dolores, campesinos que también van a la escuela. Y Bienvenido, un profesor de educación para la vida, que siempre está presto a compartir historias y ejemplos con temas dirigidos a mejorar las relaciones familiares, la nutrición, la salud...

El proyecto de alfabetización con la metodología cubana es nuevo en el país. Se inició como plan piloto en el cantón Cotacachi, en Imbabura. Según la cubana Regla Díaz, coordinadora local del Yo sí puedo entre abril de 2004 y abril del 2005, se enseñó a leer y a escribir a 1 667 personas, en 150 puntos de alfabetización. En el proceso inicial, el 22 de noviembre del 2004, durante la graduación de la primera promoción, quizá fue el día más emotivo.

Segundo Cevallos, un morador del barrio Central de Cotacachi, fue el encargado de elaborar una carta en nombre de los nuevos letrados.

"Los compañeros del curso de alfabetización estamos contentos porque ya sabemos leer y escribir. Gracias por la luz que recibimos...", dijo con frases entrecortadas y manos temblorosas, ante 1 500 personas. Por primera vez veía dibujadas sus ideas en un trozo de papel.

Auki Tituaña, alcalde del cantón Cotacachi, asegura que su ciudad, que antes poseía la mayoría de analfabetos de Imbabura, es hoy un territorio libre de analfabetismo.

Los novedosos resultados alcanzados en Cotacachi llamaron la atención de varios gobiernos locales. Hoy el programa Yo sí puedo está en fase de preparación y desarrollo en 22 cantones de Carchi, Imbabura, Pichincha, Cotopaxi, Manabí, Los Ríos, Morona Santiago, Pastaza y Sucumbíos.

Uno de los éxitos, según los técnicos, es que el sistema cubano, mediante videoclases, representa un bajo costo porque no se requiere contratar y movilizar a un ejército de profesores para el sistema presencial.

Lo único que se necesita es un lugar para congregar a los alumnos, una televisión, un VHS, los vídeos educativos, las cartillas y los lápices.

Según Eduardo Téllez, los gobiernos locales se han transformado en los aliados estratégicos del proyecto, pues en la mayoría de casos ellos financian la compra de los materiales y el pago de un bono para los facilitadores. Hoy se han sumado nuevas instituciones a la propuesta, pese a que no cuenta con el reconocimiento oficial del Ministerio de Educación.

Se trata del Parlamento Indígena de América, el Consejo Provincial de Pichincha, los municipios, juntas parroquiales y organizaciones sociales.

Para Patricio Toro, director de Educación y Cultura del Municipio de Cotacachi, las tareas educativas son responsabilidad de los gobiernos locales, según la Ley de Régimen Municipal. Y el reconocimiento de los resultados es un deber de la Unesco.

Al parecer, la masificación del proyecto de alfabetización, con la metodología cubana, también genera celos de otras instituciones, como el Ministerio de Educación, la Unión Nacional de Educadores y la Federación de Indígenas de Imbabura, que han anunciado campañas de alfabetización paralelas, que se iniciarán los próximos días.

Mientras tanto, en medio de la polémica sobre el mejor método, alumnos como Luis Alberto Córdova, que le apostaron a la experiencia cubana, no quieren perderse ni un día de clases...

Una técnica avalada por la Unesco

El proyecto cubano Yo sí puedo se ha desarrollado en más de 19 países del mundo, entre ellos: Venezuela, Argentina, Brasil, Nueva Zelanda, Haití, México, entre otros. Durante el 2003 y 2004, la modalidad de medios audiovisuales le hicieron acreedor al reconocimiento Rey Sjejon, avalado por la Unesco.

Clases con identidad local

Uno de los cuestionamientos de los opositores del Ministerio de Educación al modelo de alfabetización cubano es que las videoclases están elaboradas con un lenguaje y modismos cubanos.

Es por ello que actores ecuatorianos viajaron para grabar las clases con una visión más ecuatoriana. Es un proceso similar al que se elaboró en Argentina, donde el proyecto se denominó: Vos sí podés. En Brasil, que se grabó en portugués. Y, en Nueva Zelanda, en inglés...

15.000 aprenderán este año

Según los líderes del proyecto Yo sí puedo, en Ecuador se han graduado hasta el momento más de 8 000 personas. Hasta el fin de año se espera que la cifra alcance los 15 000 ecuatorianos. Según el último censo, la mayoría de iletrados es mujer, con el 57,4 por ciento de la población. El problema es mayor en el área rural.

Cotacachi seguirá con la alfabetización

El cantón Cotacachi, que lidera el proceso con el método cubano, alista una fase postalfabetización, denominado Yo sí puedo seguir. La idea es que los estudiantes en dos años, divididos en dos bloques de 10 meses, terminen la primaria. El primer bloque incluye hasta cuarto grado y el segundo hasta sexto.

Las tareas de Santo Domingo

Las tradiciones y costumbres del Ecuador serán recopiladas y elaboradas en un CD por los instructores cubanos. El trabajo final llegará al país a mediados de octubre. De los 250 000 habitantes que hay en Santo Domingo se considera que el nueve por ciento es analfabeto. En la primera fase en Santo Domingo, el Consejo Provincial de Pichincha espera alfabetizar a 1 116 personas del área urbano-marginal y de los centros poblados rurales.

100.000 iletrados en Pichincha

En el país trabajan 23 asesores cubanos. En Pichincha, seis, de los cuales uno es coordinador provincial y el resto están ubicados uno en cada cantón. Al momento se han establecido 29 puntos en el cantón Mejía, 25 en Pedro Moncayo, 24 en Los Bancos y 58 en Santo Domingo. En el caso de Cayambe, en donde el proceso funciona desde hace dos meses, ayer se graduaron 735 personas. En este primer esfuerzo el programa Yo sí puedo trabajará con 10 000 analfabetos.

[fuente]
http://www.elcomercio.com/noticia.asp?id=4399&seccion=10

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