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11 aportes para entender las tesis de neutralidad que podría aplicar Ecuador en la región

Alexis Ponce

Quito, 8 de julio de 2005

Apuntes hacia una política exterior ecuatoriana de paz, digna del futuro... Digna de los niños y niñas que vendrán.

El presente texto está basado en la enriquecedora y honesta exhibición de argumentos expuestos en correspondencias electrónicas personales entre dos amigos de Debate Educación: el amigo y respetado luchador Fernando Ponce Villacís y el autor de esta pequeña nota, puesto a consideración como un "aporte" a lo que hoy el Ecuador debería debatir en relación a su política exterior ante Colombia y la región:

  1. A partir de las declaraciones del canciller ecuatoriano, Antonio Parra Gil, de sostener como nación una postura de "neutralidad" ante el conflicto interno colombiano, una ola de ataques y comentarios en contra han aparecido de manera sistemática, en unos casos para descartar o demonizar la inicial tesis expuesta por dicho ministro (en su mayoría reacciones desde el gobierno y los mass media de Colombia); y en otros, asumidos como reflexiones críticas de la postura gubernamental ecuatoriana, realizadas por analistas, intelectuales y editorialistas, mass media y ex-diplomáticos de nuestro país, consultados de manera uniforme y acrítica, y creando con ello una "matriz de opinión pública" desfavorable a las tesis del actual gobierno ecuatoriano y del canciller Parra específicamente.
  2. El argumento central de los ataques a priori y de las respetables críticas a la tesis expuesta por el ministro ecuatoriano, es que "no puede equipararse como iguales al Gobierno colombiano y los narco-terroristas", como el Palacio de Nariño y la Casa Blanca califican -a partir del año 2001- a la insurgencia con la cual dialogaron aparatosamente, pero en condiciones de igualdad actoral, entre 1999 y el 2000, recuerdo que hoy no aparece en escena por resultar desventajoso para aquellos que en Washington y Bogotá cambiaron de parecer debido a los efectos de septiembre 11 y del fracaso de la modalidad de diálogo que El Caguán adolecía desde sus inicios.
  3. Por tanto, aquellos pronunciamientos oficiales de Bogotá y esos análisis y comentarios académicos y mediáticos, evidentemente conducen a la "toma pública" de una decisión pre-establecida, que no admite contrapunto alguno: el desechar totalmente la tesis ministerial ecuatoriana -incluso bajo el irónico mensaje expuesto por la cancillería colombiana de que esa postura responde a "la ingenuidad inicial de todo nuevo canciller que asume funciones en Quito"- y licuar negativamente cualquier propuesta -en construcción- de "neutralidad", de un estado que ha sido afectado desde el año 2000 debido a la obviedad regionalizadora del Plan Colombia, y presionado pública y soterradamente para involucrarse en términos militares, bajo el entendido de que "neutralidad" significa (per-se) "reconocimiento de beligerancia a los terroristas".
  4. En Ecuador son escasos e insuficientes, y me atrevería a decir que hasta mediocres, los mínimos espacios de debate público en los centros académicos y los mass media sobre el tema de la "neutralidad"; y los usuales y tradicioanles "expertos" consultados frecuentemente por los mass media, adolecen en sus argumentos de fisuras evidentes en dos flancos no notados por los medios que reproducen tales argumentos:
    1. Exhiben dogmatismo conceptual, anclado a las viejas y tradicionales tesis sobre "neutralidad" de un estado ante conflictos internos de otro estado vecino, equiparando equívocamente experiencias distintas en el tiempo y el espacio, para negarle al gobierno ecuatoriano cualquier nueva elaboración en la materia (que pudiera ser innovadora o creativa, si es que la vemos -todos- como una tesis nacional en construcción), que a la vez que sea un aporte de paz concreto del Ecuador en la frontera y la región andino-amazónica y sudamericana en general, así como de no-intervención, signifique también la prevención inteligente del "derrame" del conflicto vecino a nuestro territorio, derrame que durante estos seis últimos años ha sido ex-profesamente buscado, en gran parte gracias a la irresponsable "ausencia de política exterior" de los tres anteriores gobiernos (si esa ausencia gravísima de Política Exterior sólida del Ecuador, entre 1999 a abril de 2005, no debería calificarse como explícita política exterior de servilismo y alianza soterrada con los estrategas del derrame provocado a partir del Plan Colombia).
    2. Con su negativa a-priori, esos sectores vetan a futuro al Ecuador -a su propio país, en el caso de los ecuatorianos que han expuesto su crítica o abierta condena a la tesis del canciller- la probabilidad de que se (re)construya y sostenga en el exterior una postura de Estado, de la cual careció el país en el sexenio que todos acabamos de padecer, especialmente las comunidades fronterizas fumigadas y los pescadores manabitas atacados, víctimas reales y concretas de la anterior política de alianza soterrada (por tanto, nunca "neutral") de los últimos tres gobiernos del país con los actores geopolíticos de la buscada regionalización y la no lograda internacionalización del conflicto interno colombiano.
  5. Más que las experiencias de "neutralidad" conocidas en el pasado mundial, especialmente aquellas que se dieron en Europa de los treintas-cuarentas, compartiendo las dudas que sobre esas "neutralidades" entre comillas existen, considero que "sí podemos" y DEBEMOS explorar, memorizar, analizar, recoger creativamente (no para copiarla sin matices nuevos) y profundizar en debate público y con el gobierno y la cancillería de nuestro país, en la experiencia de NEUTRALIDAD PRO-ACTIVA DE COSTA RICA, experiencia a la que, de manera sorprendente, ningún analista, académico o mediático, ex-diplomático o editorialista, se ha referido ni en la actual coyuntura, ni en estos seis años que concluyeron el 20 de abril. (Esta afirmación, taxativa, la baso en la ausencia total de alusiones a esa experiencia concreta, que puede comprobarse en el archivo de prensa que mantiene nuestro equipo de APDH y Grupo de Monitoreo sobre el tema Plan Colombia desde 1999 al día de hoy, lo que -de paso- evidenciaría también, la preocupante desmemoria y escasa capacidad de visión regional, más allá del gallinero propio, que la mayoría de nuestros mass media y académicos 'pre-20 de abril', han hecho gala).
  6. Durante la década de los 80as - 90as, Costa Rica, un país con una política exterior bsatante parecida a la que tuvo el Ecuador a principios de los 80as, una pequeña nación cercada por los enormes impactos, no de un conflicto de un solo país vecino, como es el caso ecuatoriano, sino por los ocasionados en tres (3) guerras civiles y conflictos asimétricos devastadores cercanos a él (El Salvador, Guatemala y Nicaragua), incluso, al final de la década, impactado por la invasión militar a Panamá, sumido en la disyuntiva de "recoger" con pasividad el derramamiento de esa impresionante ola de guerras vecinas, y en medio de un violento discurso unilateral e intervencionista de un gobierno como el de Reagan para esa región centroamericana, ese país que es Costa Rica, repito, entendió sabiamente, y logró hacer respetar, la original y alternativa tesis diplomática y fronteriza de la "Neutralidad pro-Activa", la misma que incluso -con una inteligente política de alianzas "tica" con países-centros de gravedad estratégica en esa década en América Latina (México, Brasil, Venezuela de CAP, e incluso la Colombia de Belisario Betancourt)- logró adicionalmente originar, a contracorriente de la postura militarista de EEUU (sin entrar en confrontación abierta con la potencia), el movimiento que desencadenó la aparición de "Contadora" para la búsqueda de una solución negociada y dialogal de los conflictos centroamericanos.
  7. Claro que recordar, y asumirla innovadoramente, esa creativa y práctica tesis, cuanto esa meticulosa estrategia externa de la "chiquita" Costa Rica para defender su país y salvar su pueblo de la aventura injerencista y la buscada guerra regional en Centroamérica, requeriría en el Ecuador contemporáneo de algo que, desafortunadamente, los sectores anquilosados y anclados al dogma conceptual de la vieja "neutralidad per-se", cuanto los ellos sí ingenuos -o vivarachos- críticos a la tesis (incompleta y todo, por el momento) del canciller, no están dispuestos a cambiar del todo, por lo menos así nos evidencian sus indicios: el "disco duro", es decir dejar de lado esa corta de vista y muy mediocre postura que hemos leído y visto cansinamente en estos días en los "expertos" académicos y mediáticos, que la publican a cuatro vientos: "Ecuador no puede cambiar bruscamente la política exterior que ha tenido hasta hoy, así nos disguste, porque es un país pequeño, que no pesa en la arena internacional, al que nadie le haría caso y sólo debe responder, con prag-ma-tis-mo, a la bilateralidad inevitable (casi fatalismo) que tenemos con Bogotá y Washington, los socios mayores de nuestra nación".
  8. Es, además, un problemilla de memoria (para recordar el enorme peso que tuvo en la región la incipiente pero digna política exterior del joven presidente Jaime Roldós, por ejemplo) y de "software" (porque implica abandonar, no sin un shock fuerte, el colonialismo mental y la pereza intelectual de un país que no puede verse sino hacia adentro, o máximo hasta la frontera bilateral). Esa "maldición de Malinche", que tan burdamente la sintetizaran Benjamín Ortiz, Gustavo Noboa ("con la soberanía no se come"), Moeller (lanzando la originalísima tesis de que "necesitamos un plan Ecuador"), y sobre todo Zuquilanda, Gutiérrez y la ya olvidada Ivonne Baki (recordada por Maruri y los gremios empresariales del puerto que, según "Líderes", preparan un homenaje nacional a la señora por los 'éxitos' que tuvo en política exterior y de comercio!), es la que les impide:
    1. Darse cuenta que Ecuador sí tiene pasado, no solo el indigno pretérito inmediato que padecimos;
    2. Quitarse la venda del parroquialismo que sufren, de manera inveterada, la mayoría de mass media y académicos y, por tanto, reconocer que hay "mundo" y "continente" y no sólo la frontera norte;
    3. "Abrir el cacumen" y, por tanto, admitir y saber que existe -quizá por poco tiempo, y de allí la urgencia- una nueva y emergente correlación de fuerzas subcontinental (el bloque regional sudamericano con Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia, Venezuela, Cuba), que podría ser favorable a las tesis ecuatorianas de no injerencia, no regionalización, de autodeterminación y paz, e incluso de construcción -a través de la Neutralidad Pro-Activa- de la elaboración pausada e inteligente, de una Propuesta Regional Latinoamericana de Negociación de Paz y de Respeto al DIH en Colombia.
    4. Es decir, si se cree que "sí se puede", desde el chiquito Ecuador, aportar a la construcción paciente de una nueva "Contadora", ésta sudamericana, que detenga la ansiedad patológica de Washington por imponer la guerra como solución a la guerra, una "Neo-Contadora" regional de paz para beneficio de Colombia y los países vecinos, de asistencia, real y positiva, no militar o de palabras, al país hermano (si, claro está, la tesis en ciernes del Ecuador se la construye y elabora bien, no torpemente con proclamas de "pedidos de visas y repatriaciones masivas", que nos aleja de Sudamérica, si se la hace con rigor y a la vez con apremio; si nuestro bravo Canciller no se deja amilanar por las presiones criollas y externas y no abandona la tesis inicial, re-elaborándola, más bien, a la luz actualizada de esa exitosa experiencia costarricense);
    5. Si Ecuador deja el espíritu reactivo y defensivo que mantuvo diez años consecutivos en materia diplomática e internacional y, con los aportes de la sociedad civil y del Estado, se provee de algo que requiere cuanto antes: seguridad en sí mismo, para retomar un espíritu de "ofensiva" que las condiciones del continente sudamericano y caribeño le permiten y favorecen, si hay lucidez y coraje, si hay estadistas en esta grave hora.
  9. Creo que si nuestra diplomacia, gobierno y sectores no miopemente mediocres o astutamente belicistas de nuestra sociedad, apuntamos a esos ejes, no sólo que podremos "resistir" la enorme presión existente, que hoy se visibiliza de manera dramática debido a que el servilismo perruno cesó, no sólo que lograríamos sortear los intentos obvios de regionalización -sin por ello admitir que esa tesis de "neutralidad pro-activa" sea entendida como "indiferencia" ante Colombia, su gobierno legalmente establecido, su vasta sociedad, y todo lo que implican todos los actores armados-; sino que podríamos recuperar experiencias exitosas "tipo" de "neutralidad pro-activa", bajo los signos centrales de autodeterminación, soberanía, no injerencia, paz y tinoso trabajo diplomático, para construir, desde Quito, con mansedumbre de paloma y astucia de serpiente, un "Anillo Regional pro-Contadora para la paz de Colombia", con el Brasil, Argentina, Chile y otros países que son el nuevo centro de gravedad de América Latina en esta hora concreta que vivimos.
  10. El Ecuador de hace seis años (1999) al 20 de abril de 2005, fue empujado a ser "la Camboya" regional, o mejor aún "la Honduras" de los ochentas en los andes (porque el gobierno de ese país fue el reverso de la sabia moneda costarricense: aceptó una base militar de EEUU en su suelo, se involucró irresponsablemente en los conflictos vecinos, participó militar y torpemente en las tres guerras, recibió el derrame de ellas, violó el DIH y gestó una guerra sucia interna, producto de esa regionalización, que costó más de 200 víctimas). Pero estoy seguro que -si no perdemos tiempo en tantas disquisiciones sin término, si no dejamos impune el mensaje paralizante de los "expertos" académicos y mediáticos, si trabajamos JUNTOS, todos los sectores patriotas y lúcidos del país, generosos con la suerte de Colombia y valientes para afrontar un desafío de la magnitud que estas tesis exigen, podremos (basados, sin copiarla, en la propuesta costarricense) evitar lo que se quiere, lograr lo que queremos.
  11. Sé bien que todo este planteamiento complejo (he esbozado apenas sus iniciales bordes) sobre un tema complejo como la vida, es algo que no quieren entender, por que no pueden entenderlo, por ignorancia del tema planteado, o por mala fe implícita, esos analistas mediáticos que no tienen memoria ni tiempo para recuperarla; esos ex-diplomáticos entrevistados a ocho columnas (José Ayala Lasso, o Heinz Moeller) y vueltos a resucitar en "declaraciones exclusivas desde Bogotá" (Zuquilanda), así como esos "expertos académicos", en seguridad por ejemplo, como el Gral. José Gallardo, o el Gral. Oswaldo Jarrín, "peso- pesado" de la FLACSO Ecuador este último, de los cuales demasiado bien nos acordamos el papel que jugaron en admitir alegremente (en el caso del primero) la entrega de la Base de Manta a la "neutral" apropiación del Comando Sur, o en ordenar el fatal desplazamiento (en el caso del segundo) desde la frontera sur, a la norte del país, del Centro de Gravedad Estratégico militar, en la construcción de la Estrategia de Líneas Exteriores y, en definitiva, en la colocación del "Yunque" ecuatorial que se acaba de liquidar, como un efluvio positivo de la "inútil" rebelión del 20 de abril, como principio de Estado acogido por el nuevo régimen, como justa respuesta nacional a la lucha de tantos y tantas patriotas en todos estos seis años.

En síntesis, el Ecuador puede lograr mucho, si entiende y aplica, con NUESTRAS ESPECIFICIDADES ACTUALES, la experiencia "tica". Hemos trabajado desde el mismísimo aciago mes de octubre del año 1999, en aportar a la elaboración de esas tesis, pero no había condiciones, ni autoridades, para recoger el tema.

Hoy es nuestra hora: pasemos, Ecuador, a la ofensiva de la paz.

Alexis Ponce
(APDH-GCM-PIDHDD)

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