Rio de Janeiro, 11 de junio de 2005
Réplica del Dr. Hilton Pereira da Silva a las informaciones publicadas en Llacta! y en otros medios de comunicación en las que se le acusaba de tráfico de material genético de pueblos indígenas
[artículo de referencia]
Venden genes de indígenas por Internet para estudios inmunológicos (13 de noviembre de 2004)
En diversos reportajes recientes publicados en periódicos y sitios de internet de Brasil y el extranjero mi nombre aparece ligado a actos de biopiratería, sin que mi opinión haya sido interpelada por estos medios. Los reportajes se refieren a una CPI en la Cámara Federal y a una pregunta sobre la venta de células sanguíneas de los indígenas Karitiana y Suruí, de Rondonia, por el laboratorio noteramericano Coriel Cell Repositories.
En agosto de 1996, yo trabajé entre los Karitiana como antropólogo consultor en un documental para el Canal Discovery y, como también soy médico y sanitario, pude constatar su precaria situación de salud y la total ausencia de profesionales de la salud en el poblado. Tras la filmación del documental (que fue emitido en el Canal Discovery en 1997), fui invitado por el Chefe Garcia, en nombre de la Asociación Karitiana, para que permaneciera entre ellos y les ayudara con asistencia médica de emergencia. Despúes de recibir el consentimiento del representante de la FUNAI en el poblado, durante tres días realicé consultas, exámenes y prescripciones a las personas que accedieron al lugar y después, también a pedido de los Karitiana, durante algunas horas en la Casa do Índio.
Para establecer el diagnóstico complementario de ciertas dolencias, fueron recogidas algunas muestras de sangre de las personas más enfermas, de las cuales no pude hacer un diagnóstico clínico adecuado, y llevadas para su análisis a la Universidad Federal de Pará, donde todo el material permaneció depositado hasta ser solicitado por la Justicia de Rondonia, a la que fueron entregadas 54 muestras en 2004. Como yo apenas disponía de un kit de emergencias médicas, que me acompaña siempre que voy a la Amazonía, y no estaba preparado para atender a una tribu completa, dado que no era ese el propósito de mi visita al poblado, apenas fueron recolectadas unas pocas muestras correspondientes a las personas sobre las que no conseguí establecer con claridad un diagnóstico clínico. La sangre por mi recolectada no salió del Brasil y no tuvo, en ningún caso, destino comercial, dado que iría contra mi ética y los principios morales de los investigadores e instituciones con los cuales trabajo. Las fui recolectando solamente para ayudar al diagnóstico de enfermedades, procedimiento médico regular, de acuerdo al artículo 57 del Código de Ética Médica.
Yo, con el apoyo voluntario de Denise, mi acompañante en esa ocasión, que es brasileña y no profesional de la salud como acusan algunos reportajes y quien me ayudó en actividades lúdicas solamente, presté atención médica a los Karitiana con carácter voluntario, humanitario y de emergencia; no les prometí atención futura, y no hice nada que dañara sus intereses. La memoria de las actividades médicas de emergencia desarrolladas en el poblado fue enviado a la Asociación Karitiana, a la FUNAI de Rondonia y de Brasilia, al CIMI de Rondonia, a la Procuraduría General de Rondonia y a las dos CPIs de la Cámara Federal sobre biopiratería. Jamás estuve entre los Suruí, on en cualquier otro poblado indígena de Brasil. En 1997 y en 2005, ambas CPIs reconocieron que existe relación entre mi trabajo médico de emergencia y el material indígena en venta en los EEUU.
Una simple búsqueda en Internet, muestra que el material en venta en el extranjero proviene de la colección Stanford/Yale, y que fué recolectado en la década de 1980 por investigadores norteamericanos, posiblemente con permiso de la FUNAI, y que ya estaba siendo vendido en Internet desde abril de 1996, por lo tanto, cinco meses antes de que yo atendiera el poblado Karitiano. A comienzos de 1997, yo y otros investigadores brasileños, establecimos contacto con un laboratorio para que se pronunciara sobre el asunto y conversamos con las autoridades brasileñas para solicitar providencias sobre el material en el extranjero. Nuestras solicitudes de contacto fueron ignoradas. Desde 1997 diversos artículos también han sido publicados en periódicos presentando de forma distorsionada los hechos, insinuando mi participación en actos de biopiratería, en vez de rescatar los realizados por mí y otros investigadores para tratar las enfermedades y proteger los derechos de los Karitiana. He respondido a todos los artículos de los cuales tengo conocimiento, pero los errores groseros sobre mi persona continúan siendo publicados.
Pese a que mi nombre y dirección eran fácilmente accesibles en diversos sitios de Internet, como en el banco de currículums Lattes do CNPq o en la web de la Universidade Federal do Rio de Janeiro, y en otras formas diversas que, ciertamente, serían de fácil acceso para cualquier órgano federal o ciudadano interesado, e inclusive, en la Acción Civil en marcha en Rondonia, que ya fue integramente contestada por mi abogado, no fuí requerido para prestar cualquier aclaración sobre el absurdo involucramiento de mi nombre en el caso arriba citado. Durante este tiempo, he tomado siembre la iniciativa de contactar con todos los órganos públicos interesados, enviar documentos y ponerme a disposición para ayudar a esclarecer los hechos.
La biopiratería es una cuestión a investigar seriamente por las autoridades brasileñas, por la comunidad científica y por la prensa. El uso comercial de productos biológicos sin que sus donantes sean beneficiarios es absolutamente inmoral, antiético y debe ser repudiado por toda la sociedad. Como ciudadano brasileño, como profesional de la salud y como investigador, es mi deber proteger a las personas con las cuales trabajo y resguardar sus intereses. Esta ha sido mi postura durante más de una década de trabajo entre los grupos rurales de la Amazonía. Estoy a la disposición de periodistas y de todas las autoridades para prestar cualquier aclaración sobre la lamentable inclusión de mi nombre en esta extravagante situación, en la cual soy acusado de barbaridades sólamente por atender el llamado de emergencia de una tribu necesitada y cumplir los preceptos del Código Brasileiro de Ética Médica (Artículos 57 y 58). Es una lástima que para algunos periodista el sensacionalismo continúe teniendo mayor valor que los hechos.
Prof. Dr. Hilton Pereira da Silva, Departamento de Antropologia, Museu Nacional/UFRJ
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