Quito, 27 de mayo de 2005
Imagino que a usted también le dan ganas de llorar más que de reír ante la ironía: el FMI se fue dudando del programa económico del ministro Rafael Correa y, hasta el informe definitivo de la ortodoxa y precondenatoria misión que nos visitó, congela la entrega de $ 100 millones de un nuevo préstamo. Mientras, los pontífices de algunas misas negras económicas, ya celebradas en nuestro país con el aval 'efemeísta', emitieron su sentencia: ¡cuidado con el 'populismo' en el actual manejo económico!
¿Populista porque el destino de un malhadado fondo de supuesta estabilización económica, que es el Feirep, será ahora de un 40% para educación, salud e investigaciones en ciencia y tecnología? ¿Usted entiende por qué tanta oposición a que se pretenda mejorar las condiciones básicas del desarrollo humano de un pueblo y que se nos asegure, en algo, un futuro económico menos dependiente, mediante la posibilidad del progreso en ciencia y tecnología?
Yo no entiendo que no se pueda pensar más allá de ese esbozo de futuro condenado, por tutelado y limitado, que nos quieren trazar los capos de afuera y algunos seguidores de adentro, y que no se pueda hacer de la dignidad un elemento constitutivo de nuestra política. El presente es ya demasiado restringido y restrictivo como para no rebelarse contra él.
Ahí está, por ejemplo, la 'cumbre' de niños, niñas y adolescentes indígenas y afroecuatorianos, realizada el 25 y el 26 en Quito. Ellos y ellas han señalado lo purulento de nuestro sistema, porque la pobreza es mayor entre sus comunidades, que habitan en los sectores rurales, sobre todo. De ahí, los principales problemas: falta de calidad en la educación, más en la Sierra; deficiente acceso a la salud, principalmente en la Costa; y prostitución infantil, más que nada en la Amazonía.
Ayer, este Diario publicaba datos del Contrato Social por la Educación -organismo no gubernamental empeñado, entre otras cosas, en el modesto objetivo de lograr la universalización del primer año de escuela básica-: en el país existen 6 400 escuelas que carecen de la infraestructura adecuada, es decir, servicios básicos e inmobiliarios, sin contar el deterioro de los mismos planteles. En Esmeraldas hay cien escuelas en mal estado, y de las 900 que existen en El Oro, el 60% necesita reparaciones. Repercusiones, entonces, en la salud de niños y niñas y en la misma calidad de la enseñanza-aprendizaje.
La deficiencia en locales escolares y en la educación misma, y esa hiriente pobreza en la que vive la mayoría de niños y niñas indígenas y afroecuatorianos, hace que, sobre todo las niñas, abandonen los estudios a temprana edad y vean en la prostitución una salida económica fácil, inducida por los corruptores, violadores y proxenetas que pululan en pueblos y ciudades. Así, ¿qué futuro, no personal ni étnico sino nacional, estamos labrando? Y se pretende estigmatizar como 'populista', a quien, con otro pensamiento y otra actitud, busca formas de cambiar la situación. Así, ¿cuándo saldremos de las condenas tuteladas?
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