Quito, 20 de mayo de 2005
Doña Germania falleció recientemente por no tener dinero para medicinas...
Fue una mujer del bosque, sencilla y humilde. La codicia de las petroleras le robó todo...
Mujer indígena,
Madre indígena,
Abuela indígena,
Tenía más de sesenta años
Se cultivó por y a través de la tierra
Esta labor le proporcionó la vida
Hace unos años aterrizó don Petróleo
con doña Cizaña y su hija, la mentira
Algún miembro del hogar los miró con interés
y se vició por algún que otro centavo
El dinero llegó en poca cantidad
e hipotecó la alegría de todos
Don Petróleo abrió una carretera en la selva
Llegaron camiones, coches,
autobuses llenos de gente
colonizaron, devoraron, arrasaron
Don petróleo se instaló al final de la carretera
Afiló bien sus garras
Y las clavó en la tierra
Sustrajo una masa viscosa, pudiente,
También agua salada
Con tintes de muerte
Instaló chimeneas con saña de réquiem
Mujer indígena,
Madre indígena,
Abuela indígena,
Vislumbró su suerte paso a paso
Palabra por palabra
En las corrientes de los ríos
En las lluvias y los quejidos
En fósiles podridos
A la carretera se sumó un oleoducto
Al oleoducto, un muro de silencio
Una sombra en la luz
Mujer indígena,
Madre indígena, abuela indígena
Sufrió un mal extraño
Su sangre entumecida
Su latido cansado
Lloraban los gallos
Mujer indígena, de pies a cabeza
Madre indígena sin bosques
Abuela indígena, doliente
Indefensa en manos de don Petróleo,
En manos de Occidente
Le ofrecieron bolsas de sangre, medicinas, que apenas pudo pagar
Por un instante mejoró su fortuna,
Y alargó su amargura hasta morir entre sal
El bosque que fue ya no es
don Petróleo se erigió como Rey
en un latifundio infinito
Su ceguera le impidió comprender
a la mujer indígena, a la madre indígena,
a la abuela indígena que se descompone
sin entender por qué
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