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Economía: discurso y retórica

Fernando Andrade

Quito, 18 de mayo de 2005

Nunca un Presidente de la República había causado tanto malestar en el Wallstreet o había creada tanto temor en los analistas económicos como lo ha hecho el actual Ministro de Economía, Rafael Correa. Al parecer se han acostumbrado a que los ministros del ramo sean empleados serviles a las recetas impuestas por los organismos internacionales de crédito o a pagar favores electorales a los grupos de poder.

El actual Ministro es el primero en romper una larga tradición de economistas ortodoxos que han manejado esta secretaría desde la década de los ochenta y que han acumulado fracasos y frustraciones que se han reflejado en el nivel de vida de la mayoría de los ecuatorianos. La reducción de la inflación no es un logro de estos defensores de la economía positiva sino del hecho de estar inmersos en un esquema de intercambio rígido (llámese dolarización), de los altos precios del petróleo y de las remesas enviadas por los migrantes.

Poco después de la caída de Gutiérrez, un conductor de taxi me manifestó la tranquilidad que le daban los primeros pronunciamientos del, hasta ese entonces, desconocido, economista Rafael Correa que, como buen discípulo del Premio Nobel, Joseph Stiglitz, es partidario de la Economía del sentido común. Privilegiar el gasto social sobre cualquier otra cosa es para el común de los mortales, que poco conoce de economía y que no responde a intereses particulares, digno de felicitar.

Pero para los analistas económicos que conocemos de sobra porque se pasean constantemente en los medios de comunicación, Correa cometió el pecado original al establecer el lineamiento de la política económica del actual gobierno hacia la inversión social, y ahora se han dedicado con maliciosa suspicacia a interpretar las intenciones de este "novato" economista que hoy maneja las finanzas del país. Pero habrá más pecados como la redistribución de los fondos del Feirep o la inversión de los fondos del IESS en el sector petrolero, pecados que serán expiados por los economistas del bien con las contradictorias explicaciones y confusas cifras.

No nos dejemos confundir. el ministro Correa ha manifestado que nunca estuvo de acuerdo con la dolarización, pero que sería un aventurero si intentaría salirse de este esquema. Sin embargo, los ortodoxos partidarios de la prudencia ya hablan de un plan absolutamente claro del ministro de Economía para desbaratar la dolarización y de odio a la inversión privada. No es cierto. La retórica caduca de los analistas económicos se traduce al riesgo país, estabilidad y seguridad jurídica, pero atrás de esto es evidente un claro discurso: la defensa a ultranza de los intereses de las petroleras y de los dueños de los papeles de deuda.

La estabilidad económica es una fantasía que nos tratan de imponer estos personajes de papel, pero no nos dejemos convencer. Si no, que nos expliquen porque el 65 por ciento de la población es pobre y va en aumento; porque cada vez las condiciones de vida de los ecuatorianos empeoran; porque el acceso a la educación y a la salud es más difícil para los ciudadanos. Son más de dos décadas que han usufructuado del Estado, ahora nos toca a los otros.

[fuente]
http://www.interactive.net.ec/noticias/editorial/index.htm

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