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Radio La Luna en la coyuntura política

Alfredo Vera

Quito, 24 de abril de 2005

El proceso político de la insurgencia de sectores ciudadanos, con una fuerte influencia de la juventud y enorme presencia femenina, debe dar lugar a un análisis profundo en el que se tome en cuenta factores novedosos de la vida social, pública y política en el Ecuador.

Es un fenómeno radicado en Quito, evidenciando la incidencia que ha alcanzado la población de esta ciudad, obviamente porque se trata de la capital política de la Nación.

Estuvo de por medio, como generador de este fenómeno social, un órgano de comunicación: Radio La Luna, con dos informativos diarios que captan una creciente sintonía, el informativo sociopolítico que conduce Paco Velasco, y un informativo deportivo que conduce Adrián Portilla, ambos periodistas muy profesionales, con mucha llegada, el primero a los sectores familiares, el segundo a la juventud aficionada al "rey de los deportes", el fútbol, y muy particularmente a los hinchas del club Liga Deportiva Universitaria.

Sin ser el único en ese género y hábito, el informativo matinal, de 6 a 9 de la mañana, La Luna tienen por costumbre admitir la participación ciudadana, estimulada por la franqueza y lenguaje frontal, directo y de mucha llegada popular que maneja Paco Velasco, su conductor, en diálogo con su asistente, Luis Ramiro Jácome, en donde asumen como motivación la defensa directa de valores nacionales, de la cultura local; muy crítico y valiente en contra de los abusos de poder y defensor incondicional de las causas de los sectores marginados.

De hecho, cuando Lucio Gutiérrez fue encarcelado y amenazado de castigo por la justicia militar, por su golpe de estado del 21 de Enero, con similar vehemencia, Radio La Luna abrió una campaña en defensa de los insurrectos o golpistas que habían luchado contra el régimen corrupto de Mahuad.

Como nada y todo en la vida, la autoridad moral e influencia del Paco Velasco y La Luna, no es un fenómeno improvisado, repetible y menos casual: es un proceso que debe ser tomado en el largo tiempo para irrumpir como un fenómeno político nuevo en una colectividad, hastiada de los fracasos políticos de los participantes en las luchas sociales.

Desde mucho tiempo atrás y a medida que Gutiérrez fue defeccionando en su discurso y traicionando a las gentes y a las ideas que sustentaron su ascenso al poder, Paco Velasco arremetió con fiereza y drasticidad en contra del nefasto gobernante, y por eso fue amenazado y perseguido.

A diario, con la ayuda de sus oyente, fue construyendo el discurso que aglutinó a la ciudadanía capitalina hasta que el día del PARO de Pichincha, secundado por otras localidades, alguno de su público propuso que se convoque, sin identidad de líderes ni de grupos específicos, al cacerolazo en dos puntos de la ciudad, la propia Radio y la Avenida de los Shiris.

Ese fue el estallido del detonante que la colectividad esperaba para romper las amarras de la indiferencia y convertirlo en el motor de la participación aguerrida, donde las palabras dignidad y solidaridad reemplazaron a todo interés material.

Si hay nombres que la historia deberá recoger como referentes del estallido social y el consecuente derrocamiento del dictador Gutiérrez, esos serán los de LA LUNA y su conductor PACO VELASCO, por el mérito de haber convocado, congregado y orientado a esos millares de anónimos combatientes, motejados por el dictador como FORAJIDOS, de quienes a duras penas se llegó a conocer los números de sus cédulas de identidad, pero que dejaron en las calles quiteñas "sangre, sudor y lágrimas", hasta expulsar al cobarde dictador de Carondelet.

[fuente]
arq1vera@uio.satnet.net

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