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Siempre hay alguien más pobre

Joaquim Giol y J. Martí Gómez

Diario El País

Madrid, 20 de marzo de 2005

El número de emigrantes no supera el 3% de la población mundial. Pese a lo exiguo de esa cifra, la alarma ante la emigración es enorme. ¿Por qué? Por la intensidad de su expansión en un breve periodo de tiempo y por su concentración en pocos lugares".

Es el dictamen de uno de los expertos participantes en el Simposio Andino-Hispano sobre migraciones y desarrollo que se ha celebrado en Quito bajo auspicios de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y Cáritas Española.

¿Qué efectos tiene la emigración sobre los países emisores y los países receptores?

¿Es la desigualdad cronificada, el umbral de pobreza, la presión demográfica, el pésimo funcionamiento de los mercados financieros, la desestructuración económica y social de los países emisores lo que empuja a la emigración?

¿Son la segmentación de los mercados laborales en países de acogida, las redes familiares o amistosas, la homogeneización de los sistemas de vida, el desarrollo de los transportes los polos de atracción del emigrante hacia los países receptores?

¿Se emigra sólo por economía o influyen más factores?

Ésta es una breve crónica, a modo de diario personal, de lo que los autores del reportaje, asistentes a las jornadas, escucharon dentro de la sala de conferencias y observaron en la calle.

Ecuador, país de sorpresas

En el solemne acto inaugural del simposio, Patricio Zuquilanda, ministro de Relaciones Exteriores del país anfitrión, explicó a los asistentes que en la hacienda de su mamá trabajaban hasta hace poco seis ecuatorianos a los que mamá abonaba 150 dólares al mes, comida y habitación para dormir. En la última visita a su mamá, el ministro observó que los ecuatorianos habían sido sustituidos por colombianos, y al preguntar a mamá por el cambio, ésta le explicó que sólo les tenía que pagar 70 dólares, no estaban legalizados y, por tanto, no tenían fuerza sindical. Otra ventaja era, según le explicó al ministro su mamá, que por la noche los colombianos le cantaban.

Oído lo cual no ha de extrañar escuchar el grito de "¡Abajo el Estado!" cuando en el curso de una manifestación el portavoz de la misma lo mencionó de pasada. Ni que esté parado el reloj de la hermosa fachada colonial del palacio presidencial con balconadas de hierro del palacio de las Tullerías compradas por un afrancesado presidente ecuatoriano. Tampoco ha de extrañar que tres millones de ciudadanos de Ecuador hayan emigrado, 600.000 a España, la mitad de ellos sin papeles; como más del 90% de nuestra inmigración, dado que los mecanismos de entrada legal no funcionan, ni bien ni mal.

Quito, ciudad de 'graffitis'

En la tapia de una pared al pie de uno de los cerros en el que la inmigración interior ha levantado miles de barracas se lee: "Caminante, no hay camino... todo es barrizal". Nos contaron que Quito es una ciudad de graffitis. La rica tradición de grafiteros poniendo en solfa la situación social y política del país fue recogida en un libro. Está agotado.

Causas de la emigración

Cabe aceptar como válida la explicación del experto que en las jornadas dedicadas a analizar la emigración en los países andinos afirmó que la estampida migratoria de Ecuador en los últimos 15 años se debe, más que a una crisis económica, a la pérdida de confianza en su clase política y a la frustración por el modelo social.

Institucionalización de la desigualdad, élites insensibles e inconscientes, cohesión interna en peligro de derivar hacia un apartheid enmascarado y democracias de baja intensidad son los factores que según los especialistas de los países participantes en el simposio (Venezuela, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador y España) impulsan a la emigración en los países bolivarianos.

¿Cuántos millones de ciudadanos de esos países residen hoy, de forma legal o ilegal, en Argentina, en EE UU, en España...? No existen cifras fiables. Los registros en fronteras no tienen ningún valor estadístico. Se intuye que tres millones de ecuatorianos y colombianos están fuera del país. Los primeros se han marchado por motivaciones económicas. Entre los segundos, las motivaciones de los que dejan el país movidos por el ansia de mejoras económicas y los que se van huyendo de la violencia se funden en un claroscuro difícil de despejar. De Bolivia, la gente emigra cuando baja el PIB, y se queda si el PIB sube. Venezuela, en el pasado país receptor de emigrantes, es actualmente país de emigración. Perú vive la crisis más profunda de todos los países latinoamericanos. "Se dice que está mejor que Nicaragua, pero eso se puede afirmar porque Nicaragua no tiene analistas para probar que Perú está peor", dijo un economista.

Unos se van, otros llegan

En una pared de la impresionante Capilla del Hombre, en la que se recoge parte de la obra del pintor ecuatoriano Guayasamín, se lee: "Yo lloré porque no tenía zapatos hasta que vi un niño que no tenía pies".

Uno de los conferenciantes dijo: "Los que se van no son los más pobres". Son más pobres los que llegan para ocupar los puestos de trabajo que dejaron los que se marcharon: se calcula en cerca de medio millón el número de colombianos trabajando en Ecuador, y se ignora el número de peruanos, que debe de ser alto. Parafraseando el aforismo que impactó a Guayasamín cuando lo escuchó no se sabe dónde ni en boca de quién, pensamiento que entronca con el Calderón de la Barca de "cuentan del sabio que un día...", en el ir y venir de bolivarianos hay quien coge sin llorar los trabajos que otros dejaron llorando.

La vida en la calle

El viajero, al taxista de Quito:

-Parece que va a llover.

El taxista, al viajero:

-Parece que sí, parece que no.

Salario medio en Ecuador, 300 dólares al mes. Coste de la vida, caro. No hay subsidio de paro. Poca y mala sanidad pública salvo la que se ofrece en el imponente edificio del hospital militar, reservado a miembros del ejército y familiares. Mundo laboral destrozado en los últimos 30 años. Aumento de la economía sumergida.

Pregunta el viajero al economista ecuatoriano:

-¿Mucha corrupción?

Responde el economista:

-Más importante por lo que tiene como factor de corrosión de la sociedad que por su volumen.

En la calle, un hombre sentado junto a una mesa en la que ha colocado un teléfono ofrece la oportunidad de hacer llamadas. Otro hombre ofrece al viandante una báscula de pie para pesarse por 10 centavos.

El tiempo tiene otra dimensión. Diálogo con el conductor de un autobús de línea:

-¿Cuándo salimos?

-Ya mismo.

-¿Ya mismo ahorita o ya mismo más luego?

-Ya mismo.

El "ya mismo" puede oscilar entre 10 y 30 minutos.

Pros y contras de la emigración

Balance para países que ven marchar a su gente: se idealiza la fuga, se registra una pérdida del capital humano, se debilita el tejido social, hay desestructuración familiar, disminuye la presión social sobre el empleo y los servicios públicos, la economía se beneficia de las remesas de divisas remitidas por los emigrantes (en Ecuador, 21.000 millones de dólares en 2001, 38.000 millones en 2003).

Balance para países que reciben inmigrantes: beneficios para los que contratan personal pagando salarios bajos, aumento de la economía sumergida, dinamización del consumo, riesgo de xenofobia y rechazo, contribución del inmigrante a un aumento de la natalidad.

Bolivarianos en España

Se calcula que en estos momentos pueden ser 800.000. Serán muchos más con el proceso de reagrupamiento familiar. Los expertos participantes en el simposio coincidieron en que se ha avanzando en el control del flujo migratorio, pero no en la integración, y que la política migratoria sólo puede dar frutos positivos si es paciente, sostenida en el tiempo y compartida por los países emisores y por los receptores.

No es fácil consolidar ese mensaje en los tiempos actuales. En los países desarrollados, que viven inmersos en una crisis del mundo laboral y debatiendo el futuro del Estado de bienestar, el impacto de la inmigración se contempla como un riesgo que los Gobiernos ventilan con discursos duros mientras sus opiniones públicas viven inmersas en la paradoja de quejarse del exceso de inmigrantes mientras los buscan para trabajos que los autóctonos no quieren ejercer.

Dijo un experto: "Una buena política de migraciones no avanzará en tanto la inmigración no se afronte como factor de codesarrollo en lugar de como factor de riesgo y amenaza".

Nada de eso será posible mientras, frente a los inmigrantes, se dé una curiosa reacción mezcla de indiferencia y rechazo. Se habla de la inmigración como fenómeno o problema. Pocas veces como desafío ético de primera magnitud, porque las migraciones son síntoma de un mundo alejado del reparto justo de la riqueza.

Colombia

Testimonio de un refugiado colombiano: "Cien años de soledad y un Premio Nobel para García Marquez. Gordos y gordas en lienzos que dan la vuelta al mundo con la firma de Botero. Grammy para tres colombianos. Arte, ciencia e industria. Calidez y amabilidad. Trabajo duro, diversión al máximo. Ésa es Colombia. Colombia es más que noticiarios ensangrentados, más que inocentes cautivos, más que campesinos masacrados. Pero en un minuto debes decidir entre la vida o el abismo de ver a tu familia llorándote. Tienes que irte y dejar todo abandonado. Tu trabajo, tu vida, tu país. Tienes 24 horas para largarte o eres carne de ataúd. Debes cuidar tus palabras para no herir ni favorecer a nadie. Buscas una paz que se te esconde al otro lado de la frontera. Huyes. Y al otro lado de esa frontera te confunden con lo que no eres ni quieres ser. Te asocian con negocios ilícitos y con balas de uno y otro lado del conflicto. Pero Colombia es más que eso. Yo soy más que eso".

La frontera en la que el emigrante por motivos económicos se mezcla con el que huye del conflicto civil más grave que vive América Latina puede ser la de Ecuador. Colombia y Ecuador tienen 586 kilómetros de frontera. Colombia es una paradoja: con una estabilidad económica que es un misterio, es el país del mundo con mayor número de desplazados internos: huyen de la guerrilla, de los paramilitares, de ambos bandos.

Ecuador ha tenido que invertir más dinero en el ejército para sellar la frontera. Gasto inútil. No hay frontera que no sea permeable, aunque a veces el coste que se paga por atravesarla sea la propia vida. ¿Cuántas barcazas han naufragado sin saberse ni el número,ni la identidad de los ecuatorianos que viajaban a bordo tras pagar 10.000 dólares a los coyotes?

A un lado de la frontera, Colombia, se libra una larvada y cruel guerra civil. Al otro lado, Ecuador, campos de refugiados acogen a los que huyendo se miran con desconfianza porque no saben el bando al que pertenecen. Mientras, los campesinos de Ecuador limítrofes con la frontera ven cómo sus tierras agonizan víctimas de los pesticidas que para acabar con los cultivos de coca se arrojan desde el aire. Las avionetas tiran los pesticidas en tierra colombiana, pero el viento los trae hasta tierras de cultivo ecuatorianas. El viento no sabe de fronteras. El Plan Colombia se ha regionalizado a través de los refugiados y de la fumigación, la integración en un gran proyecto común de los países andinos es retórica más que realidad, y el Tratado de Libre Comercio se contempla como una victoria neoconservadora que impondrá incluso patentes sobre plantas y más presión sobre los genéricos. En palabras de un economista peruano, es un tiempo de malestar microeconómico, bienestar macroeconómico.

Tiempo, también, en el que la solidaridad se ha convertido en un discurso estético sin consecuencias prácticas.

Bolivia

El desplazamiento forzado de población que en Colombia viene dado por el conflicto civil se vive en Bolivia por causas económicas. Se calcula que un 25% de la población boliviana se ha movido en los últimos años por migraciones exteriores, pero también interiores. Cuando se decidió cerrar las minas de estaño, 35.000 personas fueron recolocadas por el país. Muchas de ellas descubrieron el cultivo de la coca y han pasado a vivir de ella. Es más rentable y menos duro que el trabajo de minero.

Lenguaje de caballero

El señor presidente de la República de Ecuador es hombre de lenguaje elegante. A las decenas de miles de personas que se manifestaron exigiendo la reinstauración del orden constitucional violentado a dedo por el Gobierno, su excelencia Lucio Gutiérrez las definió como gentes miserables, sepulcros blanqueados; sinvergüenzas y amanerados que se hacen la cirugía plástica y se tiñen el pelo, pero por dentro apestan y están carcomidos por el odio. Añadió que de esa gentuza podía decir más cosas, pero se las callaba por respeto al pueblo.

El pueblo, agradecido, ora por él. En otra manifestación, ésta frente al palacio presidencial, los convocados rezaban en voz alta el padrenuestro de Simón & Garfunkel. Al llegar a la frase "apiádate de nosotros", un hombre gritó: "¡Y de Lucio!".

Cifras

Entre 1992 y 1999, la emigración ecuatoriana fue mínima. En 1999, el PIB cayó un 31%. La crisis económica y de confianza (dolarización sin preparar a la población, quiebra masiva de bancos, huidas al extranjero de banqueros y políticos, golpes de Estado de palacio...) provocó que entre 2001 y 2003 la emigración se disparase al tiempo que aumentaba la desigualdad social: entre 1995 y 2000, los pobres pasaron de 3,9 millones a 9,1, y la pobreza extrema se amplió de los 2,1 millones a los 4,5, mientras el 20% más rico de la población incrementaba sus ingresos. En los últimos años, las remesas de los emigrantes han paliado la pobreza. Se calcula que recibe remesas un 24% de la población. Aspecto positivo: los que se han quedado en Ecuador viven mejor a costa de los que han marchado. Aspecto negativo: el dinero que reciben lo gastan en consumo más que en ahorro o en pequeñas empresas que estabilicen su futuro.

Venezuela

"¿Y qué tal Chávez?", preguntamos a un venezolano que participaba en el simposio. "Para las libertades, un peligro; para la política social, un avance", nos respondió.

Chávez quiere ir al infierno para buscar allí al cardenal que cree estuvo implicado en el golpe de Estado. Ya que no pudo ajustar cuentas con él en vida porque el cardenal murió, asegura que lo buscará en el infierno para liquidar el contencioso personal entre ambos. ¿Paranoia depresiva?

Venezuela se beneficia ahora del aumento del precio del petróleo. La clave para el futuro, al igual que pasa con Ecuador, es saber si el Estado administrará bien el aumento de la entrada de divisas, y si, tras pagar la deuda externa que Alberto Acosta, economista ecuatoriano, define como "la deuda eterna", tendrán margen para políticas económicas de ajustes moderados que no asfixien el consumo interno y permitan aumentar, aunque sea de forma modesta, los gastos sociales.

Derechos y deberes

Coincidencia unánime: el proceso de integración es largo y complejo. En ese proceso agitado por un conflicto de identidad entre culturas distintas (y quizá razas y religiones), el emigrante debe tomar conciencia de que tiene derechos, pero también de que tiene obligaciones: el respeto a las leyes y cultura del país de acogida.

Es del justo (y difícil) equilibrio entre el reconocimiento de la identidad ajena (la de los países de acogida) y el respeto a su propia identidad (la del emigrante que llega) de donde debe surgir la convivencia. No a los modelos asimilacionistas. Sí a la riqueza intercultural.

España necesita una ley de inmigración realista. Una ley que entienda que las migraciones no empiezan cuando alguien entra o intenta entrar por nuestras fronteras, sino cuando alguien tiene que salir de su país para buscar su futuro. Hay que vincular las políticas de desarrollo con las políticas migratorias. Se han de diseñar políticas a largo plazo que no se saquen de la dinámica de improvisación que sólo afronta lo urgente y deja lo necesario para más adelante.

Indígenas

Cena con dos de los máximos dirigentes indígenas. Formar gente, su estrategia. No a la lucha armada. Aspiran a refundar un Estado basado en la plurinacionalidad. Controlan un 25% de los municipios ecuatorianos.

El movimiento indígena de Ecuador nació en 1920. Es un proceso largo, duro, difícil que culmina en los años ochenta con la creación de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador, que exige la recuperación de su identidad, basada en la lengua, la cultura, la tierra, el agua...

En los noventa, el levantamiento indígena en lucha contra las petroleras paraliza el país. Bajaban en masa de las montañas, y los criollos y mestizos se preguntaban de dónde salía tanto indígena. El país, sorprendido, abrió un debate sobre su identidad. Los 4,5 millones de indígenas (cifra aproximada sin que exista un censo que la avale) empezaron a ser sujetos y no objetos de la política.

El 21 de enero de 2000 llegaron al Gobierno. Un periodista ecuatoriano, Javier Ponce, ha descrito magistralmente aquella histórica jornada en el libro Y la madrugada los sorprendió en el poder. Se les fue de las manos. Aparecieron las fisuras internas. Tomaron conciencia de carecer de alianzas sólidas en los medios urbanos. El mestizo, que podía ser su aliado en la resistencia al neoliberalismo, inicia en aquel tiempo la estampida migratoria, y la izquierda, que nunca les entendió, no ha llegado a diseñar una política para los indígenas.

"¿Dónde se han formado ustedes?", preguntamos. "En la escuela de la vida", respondieron. Uno de ellos explicó que su padre, dirigente histórico de una comunidad indígena, era analfabeto y le llevaba a él, siendo todavía niño, para que actuase de secretario en todas las sesiones.

No se han quitado el sombrero en toda la velada.

Leyendas

Además de ser ciudad de graffitis, Quito es ciudad de leyendas. En el anexo al Palacio Arzobispal abre un restaurante que exhibe una pintura en la que se ve a un monje escalando por un Santo Cristo en pos de una ventana. Cuenta la leyenda, que se dice probada históricamente, que en el convento de San Diego profesaba un monje amante de la vida nocturna. Todas las noches escapaba del convento trepando por el Cristo. Cansado de tanta fuga, Jesucristo le preguntó una noche: "¿Hasta cuándo, padre Anselmo?", y el padre Anselmo, con la guitarra en una de sus manos, le respondió: "Hasta la vuelta, Señor".

La respuesta da nombre al restaurante abierto en los pasillos que circunvalan el hermoso patio interior. En el segundo piso del mismo Palacio Arzobispal, los toldos ocres exhiben el nombre de un restaurante con connotaciones penitenciales: Mea Culpa.

Finalizando por el principio

Un día, desesperado, el hombre o mujer bolivariana toma conciencia de que el naufragio moral de la clase política y la crisis económica de su país (ambas cosas van ligadas) le arrastran hacia la miseria. Ese día, el emigrante en potencia empeña en el usurero lo poco que le queda, pide prestado dinero a los parientes y se pone en contacto con la mafia que tiene que sacarle del país.

Así empieza la aventura migratoria de la inmensa mayoría de los inmigrantes de los países andinos. Atrás queda la familia, el roto espejo de los sueños, y, perdidas entre grandes montañas, inmensos valles y ciudades cercadas por cerros en los que se han levantado miles de chabolas, las palabras de un viejo peruano que resuenan como una paradoja: "Llegó el desarrollo y nos arrolló".

[fuente]
http://www.elpais.es/

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