El subsecretario y los indios

Javier Ponce

Diario El Universo, edición digital

Guayaquil, 18 de diciembre de 2004

 

Parece un personaje salido de las novelas de Jorge Icaza.

 

Alguien que nos recuerda a esos mayorales de hacienda serrana, que por las noches contaban los indios que reunirían para la trilla del otro día, o para acarrearlos a las ciudades para que respalden las guerras intestinas apoyadas por los terratenientes conservadores.

Mantenido en el cargo precisamente para eso, para que asegure las cosechas, de granos o de poder.

Trasladado al siglo XXI, este personaje pasa de mayoral a depredador de las organizaciones indígenas. Asentado en ese ambiguo espacio del mayorazgo, habla de enfrentar a los pelucones con los indígenas, pero para beneficio del mayorazgo de Lucio Gutiérrez o de Antonio Vargas. Y a costa de la Feine o de la Conaie.

Al tenor de los mayorales, cuenta por miles las "recuas" de indígenas con las que amenaza a sus opositores, diez mil, veinte mil, como si fuesen piezas de una artillería humana a su servicio.

Por allí anda este subsecretario de marras destituyendo a uno de los responsables del programa Prolocal, tal vez en el afán de convertir a esta iniciativa novedosa en una fuente de posibles adeptos a un tránsfuga populismo, trasladado desde la AGD al Ministerio de Bienestar Social.

Al tenor de los mayorales, actúa sobre las debilidades del movimiento indígena, sobre sus heridas, a partir de las confusiones que han surgido en los últimos años a propósito de la participación de líderes del movimiento en espacios de poder mestizo.

El movimiento indígena ha soportado el ataque de más de un sátrapa, de más de un astuto líder que se ha parapetado en los desacuerdos internos para construir sus políticas personales. No es nada nuevo. Fue el caso de Rafael Pandam bajo el régimen de Abdalá Bucaram. Es el caso de Antonio Vargas bajo el régimen de Gutiérrez. Todos ellos desvirtuando el sentido de la presencia indígena en la política mestiza.

Quizás al movimiento indígena le toca replegarse, si es que aquello es posible, en el marco de las presiones nacionales e internacionales para que juegue un papel de simple equilibrio frente a políticas tradicionales, de mediador entre el discurso de la participación y de la pluralidad, y la persistencia de la pobreza y la exclusión.

De "paliativo" a las desigualdades. Su presencia activa en la democracia se ha ido poblando de confusiones, de interrogantes, sujeta, además, a la enorme crisis rural de la que no puede desentenderse la dirigencia indígena, pero frente a la cual no hay una estrategia.

Crisis rural en medio de la cual este subsecretario suma las camionadas que reunirá para su enjuague político contra los supuestos pelucones que amenazan la revolución de Antonio Vargas.

Al subsecretario y al presidente Gutiérrez, la parodia les junta.

Son el uno para el otro, encarnando todos los retruécanos de la política ecuatoriana.

Como en las novelas de Icaza: el mayoral y el sargento acantonado en el pueblo, dispuestos a engañar o reprimir a la "indiada".

Exóticos los dos.

Resumiendo en sus actos todos los oscuros episodios del poder político.

 

[fuente]
http://www.eluniverso.com/

 

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