Campo Verde dejó atrás los malos tiempos con las mingas

Diario El Comercio, edición digital

Quito, 11 de septiembre de 2003

 

Redacción Guayaquil

Hace dos décadas Florinda Medranda no dormía tranquila. El recuerdo de los tiempos duros sigue fresco: con su esposo y siete hijos corrían en la noche para evitar que las balas les alcanzaran.

Hoy su vida es distinta, respira paz. Su cabellera cana resalta en la ventana de su pulcra vivienda y percibe, feliz, el aroma de los jardines y la tierra húmeda. La vista que tiene desde allí es grata: una escuela de cuatro aulas y el parque donde juegan los nietos.

Todo es producto de la organización de Campo Verde, una comuna ubicada a cuatro kilómetros de la presa Daule Peripa, en El Empalme. Allí, en el cantón más lejano Guayas, se gestó con mucho esfuerzo este pueblo de 250 familias. La calle principal lo confirma: es de asfalto. La comuna debe su nombre a la alfombra verde y tupida de las plantaciones de arroz y maíz.

Luis Ramírez, Luis Cedeño y José Cusme se mueven presurosos entre la maleza. "Son los vecinos que no pudieron colaborar en la minga mensual. Quienes no cumplen deben hacer tareas extras", explica Ramona Cedeño, coordinadora de la Comisión de Agua.

El sitio se limpia para levantar, en sus cuatro hectáreas, la capilla de bambú que será parte del primer centro turístico de Campo Verde. Las decisiones se toman democráticamente. Los vecinos se reúnen para analizar las necesidades una vez a la semana. Tienen ocho comisiones: electricidad, agua, caminos, ambiente, limpieza de solares, salud, educación, iglesia y recolección de basura.

Florinda ha visto los cambios. Ella acude el último sábado de cada mes a la minga obligatoria que se ha vuelto un deber ineludible. Antes escuchaba cómo los citaban por altavoces, pero las convocatorias ya no son necesarias.

Siempre ella o un miembro de su familia acude a la cita, con escobas, palas, picos o lo que pueda servir. De lo contrario, la multa es de dos dólares. Las casas de caña guadua se ven limpias. A un costado se levanta una granja agrícola. Hay iluminación y riego. La Comisión de Agua cobra 50 centavos al mes para el mantenimiento.

No ha sido fácil. Hubo llanto y muerte para que la comuna, apodada ´La pequeña Cuba", dé el gran salto, pues no recibe asignaciones del Gobierno local. Ramona, una mujer alta, y morena, de palabra fácil, es una de las fundadoras. Antes eran unos agricultores más en busca de tierras.

En 1983 les expropiaron los asentamientos para levantar la presa Daule Peripa. Fue cuando empezó el suplicio. En principio, los campesinos sin tierra y sin casas quisieron comprar 600 de las 936 hectáreas de la hacienda Alajuela -donde se asienta el pueblo-, bajo el argumento (confirmado por el ex Ierac) de que la tierra no estaba bien explotada.

La propiedad era del estadounidense Tomás Simpson, con quien se enfrentaron. "Nos perseguían, quemaban nuestras casas, pero siempre estuvimos unidos", recuerda Florinda, de 55 años. Atrás quedaron los enfrentamientos con los militares, con Jaime Toral y, por último, con Lolita Orejuela, una antigua administradora de la hacienda que al parecer formó un grupo paramilitar.

Florinda recurrió a todo. Incluso armó improvisadas camas entre los montes donde las sábanas servían de toldo para el frío nocturno. "Fueron años duros", repite. Vio morir a los chicos. "Cada muerte me arrancaba como un hijo...".

La solución empezó a gestarse en 1993, cuando conformaron la Asociación de Trabajadores Autónomos. En diciembre del 94 secuestraron a tres de sus compañeros y murió uno de ellos: Alejandro Solís, de un disparo en la boca. "Mientras los soldados combatían en el Cenepa, en Campo Verde vivíamos nuestra guerra", dice Vicente Cuzme, líder de la Asociación, quien perdió a su sobrino, Ramón Cuzme, en uno de los enfrentamientos que terminaron en 1995.

Desde entonces buscan legalizar las tierras. Esta lucha contra "los negros", como denominaron a quienes los querían sacar de la tierra, les obligó a organizarse.

 

Otros proyectos

Los voluntarios.- Campo Verde cuenta con al menos 120 voluntarios preparados por la Defensa Civil.

La cosecha.- Hay 800 hectáreas de maíz. Y 100 se destinan a cultivos de piña, pimiento, sandía y maracuyá.

Un centro comercial.- Será un gran centro de acopio comunitario en 2 500 metros cuadrados con 40 kioscos.

La escuela.- A diferencia del resto de poblaciones de El Empalme que tiene escuelas cerradas por falta de profesores, Campo Verde tiene tres abiertas. Una profesora es pagada por el Fisco, otra por el Cabildo y una tercera por la comunidad.

 

Fuente: http://www.elcomercio.com/noticias.asp?noid=72464

 

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