¡Otro gobernante prófugo!

Alberto Acosta

Diario El Hoy, edición digital

Quito, 30 de julio de 2003

 

La norma se mantiene. En este país, en los últimos años, no ha habido un solo gobernante que no haya tenido problemas con la justicia. La mayoría de ellos, al terminar sus funciones o aún a medio camino, escapó del país, siempre alegando que la justicia estaría politizada y autodeclarándose perseguido político.

Alberto Dahik abandonó la Vicepresidencia en 1995 para refugiarse en Costa Rica. Abdalá Bucaram se fugó en 1997 y se escondió en Panamá. Su sucesor, Fabián Alarcón, encargado del poder, el único que no escapó, pasó algunos meses en prisión. Jamil Mahuad concluyó abruptamente su gestión para refugiarse en la Universidad de Harvard. Y su vicepresidente, Gustavo Noboa, quien fue presidente hasta enero pasado, sin tener siquiera orden de prisión en su contra, acaba de solicitar asilo en la Embajada de la República Dominicana para esquivar un proceso jurídico en marcha. Con estos antecedentes, la fuga de Noboa no sorprende. Cabe indagar, eso sí, cuál es aquel hilo conductor que explica esta situación, que por lo demás demuestra el grado de corrupción al que ha llegado este pequeño país andino. Y lo que queda claro es que la corrupción, entendida como un abuso de poder en beneficio personal o de grupo, se desborda como consecuencia de una práctica (neo) liberalizadora que ha destrozado el sentido de lo público.

En esta oportunidad hay un elemento digno de ser resaltado por sus consecuencias. Noboa está prófugo por un proceso judicial vinculado al manejo de la deuda externa. Recuérdese que él presentó como un triunfo de su gestión el atropellado canje de los Bonos Brady por Bonos Global en 2000, cuando se planteó “maximizar pagos por adelantado y flujo a los inversionistas durante la vida de los bonos”, amén de que se buscaba asegurar el acceso a créditos externos para viabilizar la dolarización.

A los acreedores se les entregó, antes de su vencimiento, los bonos cupón cero del Tesoro estadounidense, por $750 millones. Los intereses de dichos Bonos alcanzaron niveles exorbitantes, de hasta el 12%, con lo que, luego de una reducción del capital y del servicio de la deuda en el corto plazo, el pago total neto de los Bonos Global superaría al de los Brady. Las obligaciones vencidas por $161 millones fueron canceladas de inmediato. La compra obligatoria de Bonos Global en el mercado secundario se programó a partir del sexto año para mantener elevadas sus cotizaciones. El régimen se autoimpuso sanciones para el caso de que no se cumplan las obligaciones adquiridas. E, irrespetando la ley, con Bonos Global -tal como lo reconoce Jorge Gallardo, jefe del equipo renegociador de Noboa (también prófugo), en un libro de su autoría- se canceló la comisión de la compañía Salomon Smith Barney que asesoró al Gobierno en la renegociación y, además, se financió a un par de bancos en dificultades. Como complemento, Noboa impulsó en 2002 una reforma fiscal, que dispuso que el 70% de los ingresos que generara el nuevo oleoducto servirían para recomprar Bonos Global.

Frente a tanta generosidad para con los acreedores habría que esperar que se concretara una auditoria de la deuda externa y que la justicia no dejara en paz a quienes han privatizado y hasta transnacionalizado el bien común.

 

Fuente: http://www.hoy.com.ec/sf_articulo.asp?row_id=152855

 

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