Pachakutik y el Gobierno

César Montúfar

Diario El Comercio, edición digital

Quito, 23 de julio de 2003

 

Pachakutik es, sin duda, una de las agrupaciones de mayor consistencia ideológica y organización en el escenario político ecuatoriano. Su primera experiencia de gobierno, empero, ha sido una prueba no exenta de equivocaciones y complejos dilemas. Pasar de una eterna postura de oposición a una de co-gobierno constituye un reto de proporciones, más aún, si se parte de posicionamientos principistas antes que pragmáticos o se considera que la política es un campo sencillo en que cada Gobierno puede imponer sin dificultad su voluntad y no un tablero de contrapesos y negociación.

En los últimos seis meses, Pachakutik ha demostrado que tiene cuadros capaces y buenas ideas para contribuir con cualquier administración pero que carece de habilidad para moverse en el campo de la política real. Hasta el momento, ha sumado muchísimo a la gestión de Gutiérrez, dándole coherencia e iniciativas, pero al mismo tiempo ha sido una de las fuerzas que más ha contribuido a erosionar y debilitar políticamente al Gobierno, pero desde adentro. El problema no es que el liderazgo de Pachakutik no haya asumido con responsabilidad y visión de país las funciones encargadas. El problema es que hasta hoy es como si no se entendiera que su participación en la alianza no puede significar la imposición de su programa al Gobierno sino el adoptar una actitud más humilde de colaboración en que el éxito de Pachakutik sea el éxito de Gutiérrez. Por supuesto, así sería si se compartieran similares líneas estratégicas sobre las cuales caminar en conjunto.

Si este no es el caso ya, entonces no hay nada que hacer y Pachakutik debería abandonar sin dilaciones y lo más pronto los puestos que ocupa en la administración. Pero si permanece, no puede caer en la posición de criticar públicamente si no se hace lo que pretende, creyendo, ingenuamente, que en política uno decide y hace sin tomar en cuenta la correlación de fuerzas en que se mueve toda gestión gubernamental.

Con la presencia de Pachakutik en el Gobierno se juega mucho más que la supervivencia de una alianza electoral. Su participación ha significado un paso importante, aunque todavía incompleto, de democratización de la política ecuatoriana.

Una posible ruptura de la actual alianza gubernamental tendría consecuencias mucho mayores que una rutinaria separación de un grupo de Gobierno. Para Gutiérrez, la salida de su socio no solo significaría un serio debilitamiento de su coalición, debilitamiento que pudiera ser compensado con el ingreso de otro grupo, sino la pérdida del proyecto de inclusión política que lo llevó a la Presidencia. Sin Pachakutik se afectaría seriamente a la identidad política del Gobierno. Por el lado de Pachakutik, el botar la toalla sería una enorme derrota política. Se claudicaría sin demostrar que sus tesis son practicables; se proyectaría el mensaje de que esta organización no está aún preparada para gobernar y que irresponsablemente embarcó al país en una experiencia incierta careciendo de la suficiente solidez para asegurar la coherencia de un Presidente por el que apostó.

Los votantes no eligieron a Pachakutik sino a Lucio Gutiérrez pero tampoco lo eligieron a él solo, sino a los grupos con los que llegó a Carondelet. Los dos hacen parte de un matrimonio quizá necesario para la democracia nacional más allá de las vicisitudes coyunturales.

 

Fuente: http://www.elcomercio.com/noticias.asp?noid=67803

 

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