Nos quieren colombianizar

Javier Ponce

Diario El Universo, edición digital

Guayaquil, 2 de julio de 2003

“Ahora quieren colombianizarnos” es la expresión con la que el político peruano Alberto Adrianzén recibió el informe de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Defensa de EE.UU., reproducido en la prensa limeña en torno al supuesto renacimiento de Sendero Luminoso en las zonas selváticas de Ayacucho.

El documento no se ahorra “espantos” dentro de su crónica, para subrayar el peligro guerrillero, bajo el argumento de que el terrorismo resurge allí donde el régimen político muestra fisuras y debilidades.

Esta argumentación puede hacerse extensible a todos nuestros países, para construir pacientemente, sin apuros y bajo la orientación de los centros de inteligencia norteamericanos, un escenario de terrorismo que justifique futuras políticas o acciones que obedezcan la cruzada antiterrorista del gobierno de Estados Unidos.

Las condiciones son propicias. Colombia a la cabeza, vive el prólogo de una intervención concertada para enfrentar el terror de las FARC.

Perú contempla la amenaza del retorno a los tenebrosos años ochenta, con un Abimael Guzmán dirigiendo desde la prisión y a través de mensajes cifrados, la nueva estrategia guerrillera.

Con el Ecuador, no es necesario hacer un esfuerzo de interpretación mayor para explicar su casi inevitable contagio de la violencia colombiana, adobado por la incógnita política que representa un régimen con alianzas entre el movimiento popular.

En Venezuela, Hugo Chávez da su aporte generoso a la alarma de la derecha norteamericana.

Y en Bolivia, acorde con las noticias sobre Sendero en Perú, los diarios comenzaban a difundir en estos días la existencia de una célula del Ejército de Liberación Nacional de Colombia que se había trasladado al altiplano boliviano para organizar la guerrilla, parodiando lo ocurrido con el Che Guevara hace cerca de cuatro décadas.

El banquete para la cruzada antiterrorista está, por tanto, servido, en una región, la andina, convulsionada por la agitación y la incertidumbre políticas. El próximo –o un tanto remoto– paso responderá a las intenciones de George Bush con respecto a la región, hacia cuyas opciones políticas la prensa norteamericana y los responsables de la seguridad de Estados Unidos vienen demostrando desconfianza hace un buen rato.

Mientras en nuestros países seguimos considerando al Plan Colombia como un problema interno de ese país frente al cual respondemos con la retórica de nuestras soberanías y encargamos a las Naciones Unidas que medie en el conflicto colombiano como si fuese un hecho que nos compromete de manera indirecta, el gobierno de Estados Unidos está mirando a ese mismo plan como la lanzada inicial que vaya abriendo la herida en toda la región por la cual penetrar con su cruzada salvadora, favorecida por una opinión pública atemorizada con los escarceos informativos preliminares. Por allí, gracias al escándalo informativo, la sobredimensión de los episodios de violencia y la inseguridad que para Estados Unidos representarían nuestros sobresaltos políticos, caminará en lo posterior la cruzada antiterrorista. La farsa de las armas prohibidas forjada en el caso de Iraq nos habla claramente de la capacidad del régimen norteamericano al momento de crearse disculpas para intervenir.

Fuente: http://www.eluniverso.com/

 
Llacta!    Portada |  Organizaciones |  Comunicados |  Noticias