Derechos Humanos. Ecuador aún carga un lastre: 33 desaparecidos

Diario El Comercio, edición digital.

Quito, 19 de junio de 2003

Los organismos de Derechos Humanos piden al Gobierno la reapertura de un expediente que nunca fue esclarecido: la desaparición del escritor quiteño Gustavo Garzón.

Un oficial de inteligencia militar dio una pista: reveló a este Diario que detrás de la desaparición del escritor estuvieron las fuerzas de seguridad del Estado. Garzón se esfumó en Quito el 9 de noviembre de 1990. No dejó rastros. Nadie sabe qué pasó con él.

La Cedhu (Comisión Ecuménica de Derechos Humanos) tiene su versión:El escritor, quien publicó cuentos en antologías de México y Estados Unidos, fue detenido anteriormente por miembros de la Policía, torturado y luego incomunicado, hasta pasar al penal García Moreno.

"Allí permaneció 13 meses, privado de su libertad, a pesar de comprobar su inocencia sobre las acusaciones en su contra". La noche de su desaparición fue al Son Candela, un bar de bohemios, pintores y escritores, que funcionaba en la Carrión y Reina Victoria.Ahí, recuerda un amigo cercano que pidió no citar su nombre, departía con varios compañeros. Aquel amigo nunca olvida las últimas palabras de Garzón, un poco antes de la medianoche: sé que me están siguiendo, los agentes están cerca de mis pasos.

"El reloj marcaba las 02:00. Hablábamos de la literatura lúdica de Cortázar, de los textos de Pablo Palacio; Gustavo se emocionó al contar detalles de la novela urbana que escribía. Era lúcido, inteligente, vital".

A las 02:30, el amigo fue al baño y al retornar no encontró al escritor. "Salió solo. Le gustaba caminar por el centro de Quito, perderse en los laberintos de la ciudad antigua, en las iglesias de musgo y soledad, como él decía, buscaba a los músicos ciegos de Santo Domingo, buscaba imágenes para construir sus cuentos existencialistas y desolados".

En La Ley, un cuento editado en una antología de autores ecuatorianos de la Universidad Autónoma de México (UNAM, 1984), Garzón vislumbró su destino: en una ciudad gris, el personaje- narrador es apresado y muerto por transgredir una oscura y todopoderosa ley. El autor del libro de cuentos, Brutal como el rasgar de un fósforo, desapareció sin rastro a los dos meses de dejar la prisión. Desde que se iniciaron las investigaciones existió una marcada indiferencia.

El ministro de Gobierno de ese tiempo, César Verduga, involucrado luego en delitos de corrupción y prófugo de la justicia, insinuó a la madre, Clorinda Garzón, que la desaparición de su hijo se debió a una desilusión amorosa y que él mismo habría elegido la huida. Otros comentarios sugirieron que Garzón pudo haber ido a Colombia a un grupo subversivo. En el caso de la desaparición de la maestra Consuelo Benavides, en 1985, una autoridad dijo que ella habría viajado a Libia.

El entonces capitán de la Policía, Rommel Castro, estuvo a cargo del caso Garzón, pero sin resultado.

Al igual que Garzón, en el país existen, según la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH), 45 desaparecidos cuyas familias no han tenido hasta el momento ninguna respuesta del Estado sobre sus paraderos.

En 12 casos, el Estado indemnizó a los familiares que plantearon demandas en la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Costa Rica.

Los que mayor renombre han recibido son los casos de la tortura y muerte de los hermanos Andrés y Santiago Restrepo y de la profesora Benavides.

En estos casos hubo el reconocimiento de crímenes de Estado cometidos por miembros de la fuerza pública.

La familia Garzón ni siquiera tuvo ese reconocimiento oficial, pese a que cuando desapareció escribía la tesis para su doctorado en Letras de la Universidad Católica de Quito. Él fue uno de los alumnos más destacados del taller del escritor Miguel Donoso.

Garzón estudió Estadística y Banca en la Universidad Central y trabajó como técnico de aviación en Ecuatoriana.

En el libro Los desaparecidos en Ecuador, de la periodista Mariana Neira, se menciona que Garzón mantenía contactos con el movimiento subversivo Montoneras Patria Libre. Quizás por eso fue detenido el 7 de agosto de 1989. La Policía lo acusó de tenencia ilegal de armas. El juez que llevó el juicio lo sobreseyó.

El 7 de septiembre de 1990 salió en libertad. Según su madre, Clorinda Guzmán, se dedicó a escribir su tesis. La noche del 9 de noviembre le dijo que iba a una fiesta de de amigos. Nunca regresó.

Al día siguiente ella llamó a sus compañeros; fue a hospitales y a la Policía. Nadie tuvo información. Desde ahí empezó el calvario de la madre, quien nunca pierde la esperanza de encontrarlo.

La mujer, que se aproxima a los 70 años y de mirada triste, vive en el tradicional barrio quiteño de San Juan.

Sentada en un sillón rojo, muestra una carpeta negra en la cual recopila todos los recortes de prensa y cartas que ha enviado a las autoridades policiales y del Ejecutivo para saber dónde está su hijo.

Pasaron siete presidentes y nadie le ha dado una información precisa. "Al ex ministro César Verduga (gobierno de Rodrigo Borja) le encare para que me dijera dónde está mi hijo, lo hice en el Congreso y en la calle, jamás me respondió".

Este Diario conoció que detrás de su desaparición hubo una razón de peso: su cercanía con la cúpula de Alfaro Vive. Ese pudo ser su estigma.

Los nombres

Siete casos.- El Comité Ecuménico de Derechos Humanos identificó a 17 desaparecidos entre 1982 y 1993. Ese Comité usa una terminología para identificarlos: DD (detenido-desaparecido por la Fuerza Pública), D (desaparecido por agentes no identificados), DC (Desaparecido por civiles).

Los más conocidos.- Entre los primeros (DD): los hermanos Restrepo Arismendy, el 8 de enero de 1988; Consuelo Benavides (1985); Jaime Otavalo Infante, obrero que no dejó rastros en 1985.

Otras personas.- Patricio Molina y Edwin Vega Freire, estudiantes de 20 años, desaparecieron en 1982 cerca del río Chiche; William Mosquera, un colombiano, agricultor, no dejó rastro en Lago Agrio. Wilson Carabajo, un soldado, desapareció en Quevedo en 1990.

Fuente: http://www.elcomercio.com/noticias.asp?noid=64520

 
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